¡NO ERA UN HOMBRE, ERA UN PUEBLO QUE NO DESPIERTA!

El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala el 9 de abril de 1948.

César A. Luque
09/04/08

Hoy se cumplen sesenta años del asesinato del líder popular, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, oyendo retumbar sus frases: ¡A la carga! o la de ¡No soy un hombre, soy un pueblo! con que cerraba sus discursos, sin que se hayan dado en el país las transformaciones que persiguió, incluso a costa de su vida, las que hoy estamos lejos de alcanzar, careciendo de una clase dirigente que conduzca nuestro país hacía su consecución, clase que él llamaba oligárquica, liberal – conservadora, la que ha sido sustituida por una clase política delincuente, salvo algunas excepciones, siendo hoy una oligárquica liberal – conservadora, pero además mafiosa, clientelista y corrupta.

Gaitán que nació en el seno de una familia de clase media, donde su padre era un librero y su madre una maestra de escuela, a puro pulso logró graduarse en la Universidad Nacional de abogado, yéndose luego a Italia, donde cursó una especialización en Derecho Penal en la Universidad de Roma, siendo guiado por el profesor Enrico Ferri, padre la escuela posivitista, quien llegó incluso a adoptar dentro de sus tesis jurídicas el tema que desarrolló Gaitán en su trabajo de grado, la premeditación, haciendo gala de una visión casi científica del derecho, visión que luego aplicó en las defensas penales que hizo y que desarrolló hasta el mismo día de su asesinato, ya que en la madrugada del 9 de abril había concluido la defensa de un militar de Manizales, que fue absuelto por el jurado de conciencia que existía por aquella época, y que hoy por su ausencia mantiene cercenada parte de la administración de justicia.

Preparado para el mundo del derecho, se dedicó también a la política desde el Partido Liberal, eso sí en el ala izquierdista. Llegó a la Cámara de Representantes en 1928, después de haber pasado por la Asamblea de Cundinamarca, donde en 1929 se dio a conocer a nivel nacional, en un país donde no existían medios de comunicación como los hoy existentes, cuando adelantó el debate contra el gobierno de Abadía Méndez por la masacre que cometió el Ejército en las bananeras el 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga (Magdalena), cuando el ebrio general Cortés Vargas ordenó abrir fuego contra los huelgistas que laboraban para la multinacional United Fruit Company, hoy Chiquita Brands la misma que en EE.UU. aceptó haber patrocinado grupos paramilitares para asesinar sindicalistas, por lo que tuvo que pagar 25 millones de dólares a ese gobierno, no a las familias de la víctimas, que nunca verán justicia en sus casos. El resultado de esa masacre nunca se conoció, unos dicen que fueron cien los muertos, otros que trescientos y Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad llega a más de dos mil. El hecho fue que el gobierno para mantener las miserables condiciones de trabajo en las bananeras asesinó a cientos de colombianos, siendo Gaitán el único capaz de denunciar ese hecho de sangre, que hoy pocos recuerdan.

Falta de servicio médico para los trabajadores y sus familias, inexistencia de centros educativos para los hijos de los trabajadores, pago del salario en vales, redimibles únicamente en almacenes de la compañía, eran las condiciones que padecían los trabajadores de la United Fruit Company, que apoyaba el gobierno conservador, lo que fue denunciado por el líder popular, que poco a poco vio su figura agigantarse, tanto que a principios de la década de 1930 fundó la UNIR (Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria) que tuvo vigencia efímera ya que en 1934 desapareció cuando fracasó en las elecciones para el Congreso, año en que regresó al Partido Liberal, donde emprendió una dura lucha no sólo contra los conservadores, sino contra gran parte de su propio partido que lo veía como un advenedizo, por su estirpe humilde y su constante reivindicación de los derechos de los pobres, los que hoy todavía siguen sin ser reconocidos.

Siempre llamó las cosas por su nombre. Fue nombrado alcalde de Bogotá en 1936 debiéndose retirar del cargo luego que los taxistas capitalinos se fueron a la huelga cuando los quería uniformar, como una forma de mejorar sus condiciones de trabajo, cuando el presidente López Pumarejo le retiró su respaldo. En el gobierno siguiente, del también liberal, Eduardo Santos llegó a ocupar el cargo de Ministro de Educación, iniciando el desarrollo de varias acciones tendientes a incentivar el que consideraba el vehículo para superar nuestro subdesarrollo, la educación. En el segundo periodo presidencial de López Pumarejo ocupó el cargo de Ministro de Trabajo, cargo desde donde se dedicó a reconocer derechos a los trabajadores que luego quedarían plasmados en el Código Sustantivo del Trabajo.

A la par que su dimensión crecía entre las gentes humildes, se granjeaba más enemigos entre los familias propietarias del poder, que lo consideraban un peligro, peligro que logró sacar a la calle a quienes hasta entonces habían estado ausentes de la política, los pobres. Organizó marchas, concentraciones, adelantó acciones para culturizar al pueblo, entendido como aquella parte de la población que no tiene privilegios, cuando puso de moda los “Viernes Culturales”, no como hoy se conocen, es decir, el día para consumir bebidas embriagantes muchas veces para olvidar los problemas diarios, lo que es llamado viernes cultural, sino que eran conferencias que dictaba la tarde de los viernes en el Teatro Municipal, hoy Teatro Jorge Eliécer Gaitán, el que se llenaba con su presencia hasta las banderas. Así manifestaba su convicción que la educación era el medio para transformar al país, llegando a ser rector de la Universidad Libre, institución nacida fruto del más puro pensamiento liberal.

De cara a las elecciones presidenciales de 1946 se presentó como candidato de una de las dos naciones que existían, la de los pobres, mientras que por la de los potentados económicos se presentaron por el Partido Liberal, Gabriel Turbay, mientras que por el Partido Conservador lo hizo, Mariano Ospina Pérez, llegando éste último a la presidencia, quien a partir de entonces impulsó con su partido una política de exterminio contra los liberales en el campo colombiano, a lo que se opuso Gaitán que organizó manifestaciones como la silencio, o la de las antorchas convirtiéndose en la principal figura liberal, perfilándose como el seguro Presidente de la República en 1950, sin importar que el gobierno intentaba crear una mayoría política que no tenía a través del asesinato por medio de los “pájaros”, los paramilitares de la época y los “chulavitas”, que eran miembros de la Policía.

Gaitán era conciente de que podía ser asesinado, vaticinando que si lo asesinaban el país se sumiría en una guerra, cosa que ocurrió desde el mismo momento en que se propago el grito de ¡Mataron a Gaitán!, momento a partir del cual la capital se sumió en la devastación, hecho conocido como el “Bogotanazo”. El pueblo perdió la esperanza y el país se vio sumido en la Violencia, gobernado por conservadores y liberales, clase que había propiciado la muerte del líder popular, junto con la presencia de las fuerzas asesinas del país del norte, quedando ese hecho en la impunidad, ya que solamente a Juan Roa Sierra se le atribuyó el asesinato, estando incluso en tela de juicio su participación, pero de haber sido así, no fue el único que participó en la autoría material, mientras que los autores intelectuales se han mantenido ocultos, llegando incluso a asesinar al abogado que en la década de 1990 intentaba esclarecer el crimen, José Eduardo Umaña Mendoza el 18 de abril de 1998, asesinato también impune.

Parece que en Colombia el tiempo no pasara, sesenta años después del asesinato de Gaitán sigue la mayoría de la población sumida en la pobreza, estando como antes de su accionar político, ausente de la vida política nacional, la que se ha dejado a aquellos que en nombre del pueblo se han dedicado a saquearlo, siendo los principales actores de nuestra desgracia, por acción, mientras que por omisión el pueblo colombiano es cómplice de esa situación, por omisión, omisión que el líder asesinado combatía.

                                                                                   cesarluque@yahoo.com

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2 comentarios en «¡NO ERA UN HOMBRE, ERA UN PUEBLO QUE NO DESPIERTA!»

  1. Fue un gran caudillo que lucho a pulso por las necesidades del pueblo, sin embargo el poder aunque en minoría de aquellas familias ricas que consideran a Colombia como de su propiedad y de sus riquezas, ya que venden sin ton ni son los recursos naturales a empresas extranjeras a cambio de multiplicar sus riqueza personales y de mantener el poder y que a traves de programas que aparentemente son para el beneficio del pueblo pero que finalmente se queda en la clase empresarial rica, quienes son los que los mantienen en el poder, por eso mientras el pueblo colombiano no se una y salga a las calles a votar por un buen líder o caudillo que nos saque de este ahogamiento económico, social, político y cultural.

  2. Pensamos con nostalgia en el hombre que hubiera cambiado un país ,aunque no le conocimos podemos hoy verlo en videos ,ver ese carácter de líder y sabiduría que tenía el «caudillo del pueblo»y pagar por las consecuencias por omitir su muerte.

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