GUADALUPE SALCEDO UNDA. TRAICIONADO AL DESMOVILIZARSE

Su figura hizo aparición en la época de la llamada Violencia, cuando el Partido Conservador en el gobierno desde 1946, después de ganar las elecciones presidenciales Mariano Ospina Pérez impuso un régimen terrorífico, para lo que usaron a los “pájaros” y los “chulavitas”, asesinos al servicio del régimen, quienes asesinaban liberales y sembraban el terror a lo largo y ancho del país, buscando de esa forma convertirse en el partido político mayoritario, ya que entonces lo era el Partido Liberal, que había perdido la justa electoral por la división que se había dado entre Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán.

Contra ese poder asesino del gobierno fue que nacieron las guerrillas de los Llanos Orientales finalizando la década de 1940, impulsadas por algunos dirigentes nacionales del Partido Liberal, los que mientras las necesitaron las usaron, pero tan pronto dejaron de necesitarlas, buscaron romper cualquier nexo con ellas, abandonándolas a su suerte, lo que a la postre minaría su resistencia y facilitaría su entrega ya en el gobierno del dictador Rojas Pinilla.

Allí en los Llanos Orientales, su tierra, fue donde Guadalupe Salcedo Unda se convirtió en el líder más importante de esas guerrillas, que cada día lograban más poder. El país tuvo noticia de él en la toma de Orocué (Casanare) en 1952, cuando las guerrillas liberales emboscaron al Ejército, produciéndole 96 bajas, para responder a los asesinatos que cometían los uniformados en los municipios llaneros.

En desarrollo de esa lucha armada, las guerrillas liberales son famosas por haber hecho sus propias leyes, las leyes de los Llanos. La primera ley del Llano, promulgada el 11 de septiembre de 1952, en la que también participaron los comandantes Eduardo Franco Isaza, José Alvear Restrepo, Dúmar Aljure y Eliseo Fajardo entre otros. La que decía: «(…) organizar a la población civil, darle una organización militar a la resistencia y de señalar, por lo menos de manera inicial, la necesidad de adelantar actividades de planificación de la producción en las zonas donde actuaban los frentes guerrilleros». La segunda ley fue del 18 de junio de 1953 por la que fue creado un Estado independiente de facto.

La llegada al poder del teniente general, Gustavo Rojas Pinilla significó el cese al fuego por parte de las fuerzas armadas, decisión que fue respondida por la guerrilla liberal que el también hizo un alto al fuego desde el 22 de julio de 1953, un mes después que hubiera llegado al poder el teniente general, a través de lo que llamaron sus simpatizantes, liberales, algunos conservadores, industriales e Iglesia Católica, golpe de opinión. En desarrollo del cese al fuego en septiembre de 1953 Guadalupe se presentó, junto a 300 de sus hombres en el puesto del Ejército del municipio de Monterrey (Casanare), donde presentó un pliego de 24 puntos.

El 15 de septiembre se firmó la paz con el gobierno, lo que significó la desmovilización de Guadalupe, decisión por la que algunos de sus compañeros lo criticaron. El 13 de junio de 1954, exactamente el día en que se celebraba el primer año del mandato Rojas Pinilla, su gobierno expidió el Decreto 1823 por medio del cual se declaró la amnistía para todos los delitos políticos cometidos antes del 1º de enero de 1954.

Habiendo dejado las armas, Guadalupe se retiró a su finca Guariamena en el pueblo natal de su señora madre, Orocué, donde pasaría mucho tiempo, sin poderse sustraer a las actividades políticas.

El 6 de junio de 1957, después que Rojas Pinilla dejara el poder, tras la creación del Frente Nacional, en el momento en que se daba la transición del gobierno militar al civil, todo por medio de la Junta Militar que gobernaba desde mayo, Guadalupe Salcedo Unda fue asesinado en Bogotá por la Policía, cuatro años después de haberse desmovilizado, como ya lo habían sido varios de sus compañeros en el Magdalena, Tolima, Huila y Santander. Así el régimen demostraba lo poco confiable que es al momento de llegar a algún acuerdo de inclusión con quienes se han levantado en armas en su contra, como muchos años después se daría cuando se desmovilizó el grupo guerrillero M – 19 y su líder, ya como candidato presidencial, Carlos Pizarro Leóngomez fue asesinado en plena campaña.

El asesinato se dio cuando Guadalupe fue requerido por agentes de la policía, a quienes les anunció de quien se trataba, solicitando se le respetara su vida, saliendo de un edificio cerca de la estación de bomberos del sur, con los brazos en alto, junto a sus guardaespaldas, momento en que la policía abrió fuego contra sus inermes víctimas.

Su leyenda, hoy poco conocida, fue llevada a una obra de teatro llamada Guadalupe años sin cuenta, creación colectiva del Teatro La Candelaria, dirigido por el maestro Santiago García, con la colaboración del escritor Arturo Alape. La obra fue estrenada en 1975, contando con la participación de actores como Patricia Ariza, Francisco Martínez, Alfonso Ortiz y Álvaro Rodríguez. 

Sobre la obra teatral Claudia Patricia Fonnegra escribió: “En Guadalupe se denuncia la manipulación de la memoria histórica por parte de las elites políticas de entonces, años olvidados por los liberales burgueses que se aliaron con las guerrillas de Salcedo para recuperar el poder perdido después perder las elecciones presidenciales de 1946, años ignorados por el gobierno conservador que llevó a cabo múltiples crímenes, primero en contra de los opositores del Gobierno de Mariano Ospina Pérez, y después en contra de los opositores de Laureano Gómez, años ignorados por quienes patrocinaron en 1953 la dictadura militar del general Rojas Pinilla. Tiempo no medido, sepultura del pasado, negación de la temporalidad es lo que se encuentra como principio de la obra. Sucesos perdidos, personajes, valores, corajes, luchas, odios se traen de nuevo al presente bajo el propósito de rescatarlos del anonimato y la indiferencia, en suma, del olvido. En Guadalupe tiene lugar el reconocimiento de un fragmento del pasado colombiano no contado, en el que se denuncia la traición y asesinato de Guadalupe Salcedo. Así que, Guadalupe no se limita únicamente a narrar un suceso particular, se trata más bien de devolverle a un pueblo, a una región del país su voz, su presencia, sus muertos, su pasado, su memoria, por ende, la dignidad de su existencia e incluso la posibilidad de comprenderse en el presente, tal cual han sido forjados por la historia.”

De Guadalupe dijo el sociólogo y escritor Alfredo Molano en un artículo en el 2012, que creció entre reses y arreglando potros, que fue emboscado por la Policía cuando había entregado las armas, siendo enterrado en San Pedro de Arimena con dos de sus guardaespaldas, después de haber adquirido una gran dimensión como guerrillero liberal, que hizo tambalear los cimientos del Estado, con sus más de 10.000 hombres, en un país que entonces tenía 11 millones de habitantes. 

César A. Luque F

cesarluque@yahoo.com

@CesarALuqueF

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