PARTIDOS POLÍTICOS
Los Partidos Políticos en Colombia, por lo menos los dos tradicionales tienen una larga historia, empezando oficialmente su accionar en las elecciones de 1849 cuando el liberal José Hilario López ganó la presidencia de la República, derrotando al Partido Conservador, dividido en dos candidaturas, la de Rufino Cuervo y la de Joaquín Gori, a quienes derrotó en el Congreso, cuando ninguno obtuvo los votos electorales necesarios para salir elegido.
Los partidos tradicionales, si bien fueron creados a mitad del siglo XIX, habían tenido aparición en nuestra historia después del fallecimiento del Libertador en 1830, año en que apareció el Partido Liberal o Constitucional como también se llamaba, divido en dos facciones: la integrada por los que apoyaban a Santander, que querían nuevos líderes al frente del poder, y los que buscaban mantener el statu quo. La primera facción fue llamada de los “Rojos”, la que gobernó hasta 1837, cuando llegó al poder José Ignacio de Márquez que representaba a la otra, la “Ministerial” que se mantuvo en el poder hasta 1841. Ambas denominaciones, Rojos y Ministeriales fueron importadas de Francia[1].
La división que se dio en ese partido, fue lo que dio origen a los dos partidos tradicionales, el Partido Liberal Ministerial que pronto pasó a llamarse Partido Liberal Conservador, que bajo la tutela de Caro y Ospina empezó a llamarse en 1849 Partido Conservador. La facción de los Rojos mientras tanto se convirtió en el Partido Liberal, partido que nació en 1848, dividiéndose en dos facciones, los Gólgotas y los Draconianos. Años después los primeros se convirtieron en los liberales radicales, y los segundos desaparecieron cuando cayó del poder el general José María Melo, quien había derrocado al general Obando en abril de 1854, siendo ellos el antecedente de lo que después serían los liberales independientes, de tanta presencia política en la segunda mitad del siglo XIX.
Claro que los dos partidos, tuvieron aún antecedentes más remotos, cuando en la época colonial existía el Partido Realista, que bajo una clara tendencia monárquica subsistió hasta cuando se dio la independencia, momento en el cual fue reemplazado por el Partido Republicano, que nació sin ninguna ideología, a más de la búsqueda de la independencia, y que tan pronto se obtuvo, se dividió en dos sectores, uno que apoyaba las instituciones creadas por la Constitución de Villa del Rosario de Cúcuta de 1821, y el otro que pretendía implementar una constitución que le permitiera a Bolívar perpetuarse en el poder, al estilo de la boliviana, que como era tradición entonces, solamente permitía la inclusión de los hombres blancos, con fortuna, dejando por fuera de ella a la inmensa mayoría de la población, los indígenas.
COMISIÓN COROGRÁFICA
Los dos proyectos científicos más importantes tanto de la Colonia, la Independencia y el siglo XIX fueron la Expedición Botánica de la mano de José Celestino Mutis y la Comisión Corográfica encabezada por el geógrafo italiano Agustín Codazzi, la primera para conocer nuestras riquezas en flora para el imperio español, y la segunda para conocer el territorio del país naciente, para el bien colectivo nacional, también los grupos poblacionales, sus costumbres, idiomas, dialectos, gastronomía, etc., todo para ser usado en la creación de una verdadera nacionalidad.
El nombre corográfico que uso la Comisión, proviene del griego khorographia, donde khoros significa región, siendo definida la palabra en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como: “descripción de un país, de una región o de una provincia”. Esta Comisión fue creada en el gobierno del general Tomás Cipriano de Mosquera (1845 – 1849) donde se hizo el primer contacto con el geógrafo italiano Agustín Codazzi para que se encargara de dirigirla, iniciando sus labores incluso después de la finalización de la administración Mosquera, en el gobierno del liberal José Hilario López, quien a petición del primero siguió esa importante labor, iniciando sus trabajos en 1850, los que se extendieron hasta 1859, encargada de hacer el mapeo y la descripción sistemática de las regiones de nuestro país, labor que fue cumplida con lujo de detalles, misión en la que participaron importantes intelectuales nacionales, que luego aportarían invaluables conocimientos para el desarrollo nacional, ya que nos enseñaron a conocernos, eso que debemos hacer cada día con mayor ahínco, ya que solamente quien conoce algo, es capaz de defenderlo.
La Comisión fue una empresa que recorrió las provincias de Vélez, Socorro, Soto, Ocaña, Santander, Pamplona, Tundama, Tunja, Mariquita, Córdoba, Medellín, Antioquia, Chocó, Buenaventura, Barbacoas, Pasto, Túquerres, Popayán, Cauca, Bogotá, Casanare, Neiva y Caquetá.
El deseo de conocer el país, tras la separación de la Gran Colombia se dio desde 1839 cuando el Congreso dictó una ley por la que ordenaba contratar ingenieros geógrafos para que escudriñaran las más recónditas regiones nacionales, haciendo un mapa de cada región, lo que hoy parece simple, pero que entonces era un trabajo complejo. Pero fue en el gobierno de Mosquera donde se sentaron las bases de la Comisión, empezando a hacer realidad lo que había pensado el “sabio” Francisco José de Caldas, que después había intentado llevar a la realidad el general Francisco de Paula Santander.
La tarea la cumplió la Comisión Corográfica entre 1850 y 1859, siendo contratados luego de ese año, Manuel Ponce de León y Manuel María Paz para que reunieran y publicaran de manera ordenada los trabajos de Codazzi, funcionarios que Tomás Cipriano de Mosquera en su nuevo gobierno a partir de 1861 los ratificó para que hicieran un mapa general del país, y un atlas, encargando la tarea a Felipe Pérez de escribir sobre la geografía física y política de nuestro territorio.
Cuando se cambió la división política del país en 1886, ya no en Estados, sino en Departamentos, los mapas publicados quedaron atrasados, debiendo entonces levantar otros, que mostrara la nueva realidad del país.
En la Comisión Corográfica intervinieron profesionales en diferentes especialidades, que se dedicaron a diferentes labores, según su conocimiento. Uno de ellos fue Manuel Ancízar, que tuvo que hacer diferentes reflexiones sobre la economía política, historia social, etnología y sociología de las regiones donde la Comisión había estado. Otro integrante fue Santiago Pérez, que continúo la labor de Ancízar. Los trabajos sobre botánica los hizo José Jerónimo Triana, mientras Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel María Paz hicieron una serie de acuarelas a partir de diferentes regiones.
Quien lideró la Comisión Agustín Codazzi, en cuyo honor hoy un municipio del Departamento del Cesar lleva su nombre, por ser el sitio donde murió en 1859, cuando se llamaba ese lugar, Espíritu Santo. Él era un geógrafo e ingeniero militar italiano, que había sido soldado de los ejércitos de Napoleón, mercader en el Mediterráneo, pirata en el Caribe y hasta mercenario en la Nueva Granada, hasta jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela, y hombre de gran confianza de José Antonio Páez, pero también científico, que por su labor en este campo llegó a ser admirado por Alejandro Von Humboldt.
Codazzi levantó el mapa de Venezuela, contando con la ayuda del dibujante Carmelo Fernández y de los historiadores Rafael María Baralt y Ramón Díaz, debiendo salir de la hermana república, cuando participó en 1848 con Páez en un alzamiento contra el gobierno, el que no tuvo éxito, llegando entonces a nuestro país.
Quizá el segundo integrante de la Comisión fue Manuel Ancízar, abogado y catedrático, escritor bajo el seudónimo de Alpha, periodista y político, que fundó la Imprenta del Neogranadino y el periódico El Neogranadino, ocupando el cargo de subsecretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Mosquera, llegando a ser director de rentas en el gobierno siguiente, el de José Hilario López, siendo el encargado en la Comisión de los aspectos sociales, culturales y estadísticos, y hasta diplomático, siendo profesor de economía política y derecho internacional y diplomacia, siendo Ministro de Relaciones Exteriores, Consejero de Estado, miembro de la Convención de Rionegro, siendo el primer rector de la Universidad Nacional y rector del Colegio Mayor del Rosario, secretario del Interior. Sin lugar a dudas era un hombre de extensa cultura, que se destacó en su trabajo en la Comisión.
También participó en la expedición Santiago Pérez, educador, jurista, congresista, diplomático, periodista que llegó a ser Presidente de la República (1874 – 1876), que llegó a la Comisión a reemplazar a Ancízar. Con sus hermanos Rafael y Felipe fundaron el Colegio Pérez Hermanos, siendo director de Instrucción Pública en el primer periodo presidencial del gobierno de Manuel Murillo Toro, siendo rector de la Universidad Nacional, y luego de ocupar la silla presidencial, para demostrar su sencillez, y compromiso con la pedagogía, regreso a ser maestro de un colegio.
Santiago Pérez desde el periódico El Mensajero se opuso en 1867 al cuarto gobierno de Mosquera, como lo hizo desde el periódico La Defensa en contra del gobierno de Rafael Núñez y del movimiento de Regeneración, tanto así que se vio obligado a dejar el país en 1885, regresando en 1892, siendo desterrado por Miguel Antonio Caro en 1895, hallando su muerte lejos del país, al que tanto sirvió impulsando la educación y la infraestructura férrea, en París en 1900, dejando su impronta de un gran liberal.
Otros participantes de la Comisión fueron José Jerónimo Triana, médico y botánico, amigo del pintor de la Expedición Botánica Francisco Javier Matiz, que le ayudó a aprender a pintar la flora tropical. Publicó varios escritos sobre botánica en los periódicos El Día y El Neogranadino, siendo asistente de Codazzi, habiendo recorrido el país por siete años; Carmelo Fernández dibujante venezolano, sobrino del general José Antonio Páez, quien hizo unas hermosas acuarelas de nuestra realidad nacional, 29 de las cuales se encuentran en la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá D.C.; Enrique Price, pintor y músico. Fue profesor del Colegio del Espíritu Santo en Bogotá, uno de los más exclusivos en su época. Price fue el mejor paisajista de la Comisión, estando también 26 de sus láminas en la Biblioteca Nacional, que contienen paisajes de Antioquia, Córdoba y Medellín; Manuel María Paz cartógrafo y pintor, quien reemplazo a Price, existiendo hoy en la Biblioteca Nacional 96 de sus obras. En 1889 la Sociedad Geográfica de París lo hizo miembro, lo que era un gran honor; Manuel Ponce de León, ingeniero y militar, autor de los planos de las salinas de Zipaquirá, Nemocón, Tausa y Sesquilé. Su trabajo como el de Felipe Pérez, fue publicado en 1865 en Paris, la Carta Geográfica de los Estados Unidos de Colombia, el Atlas de los Estados Unidos de Colombia y la Geografía General de los Estados Unidos de Colombia.
En 1887 Ponce de León fundó la Sociedad Colombiana de Ingenieros, siendo profesor de cálculo, mecánica y construcción en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Nacional, fue gerente del Ferrocarril de Occidente, Subsecretario del Ministerio de Fomento y Ministro del Tesoro.
Felipe Pérez mientras tanto, que era geógrafo, político, escritor, periodista, quedando su obra en el diario El Tiempo y el Relator, que había sido fundado por él, como en los periódicos Debates, El Comercio, El Mosaico, El Diario de Cundinamarca, La Opinión y Anales de Instrucción Pública, escribió varias novelas, incluyendo algunas históricas.
LOS PRESIDENTE DEL SIGLO XIX
Desde que se adoptó como sistema gobierno, el presidencial, al estilo de los Estados Unidos, siempre la figura del presidente ha tenido especial preponderancia, habiéndose convertido en una especie de monarca o rey sin corona, que pareciera que todo lo sabe, por lo que él puede resolver sobre cualquier cosa, como si tuviera conocimientos infinitos, cuando algunas veces a ese cargo, por las circunstancias políticas de un determinado momento, han llegado personas poco brillantes, para ser exactos hombres, ya que ninguna mujer en toda nuestra historia republicana ha llegado a ocupar ese cargo, como si ha pasado en otros países como Brasil, Chile, Argentina, Costa Rica, Panamá y Nicaragua.
Respecto de nuestros presidentes son muchas las cosas que podemos decir, algunas más interesantes que otras, como lo hace el historiador Ignacio Arizmendi Posada en su obra Manual de historia presidencial 1819 – 2004, que nos deja ver como el Libertador Simón Bolívar si bien nominalmente gobernó entre 1819 y 1830, en la realidad, como siguió con la campaña libertadora, dejó el cargo en manos de quien luego sería uno de sus mayores contradictores, el vicepresidente Francisco de Paula Santander, gobernando en total apenas 30 meses, es decir, dos años y medio, mientras Santander gobernó pero encargado entre 1819 y 1827, siendo titular, elegido para el periodo 1833 – 1837, tiempo durante el cual el país vivió un tiempo de paz.
De los presidentes del siglo XIX el que más veces fue elegido, fue Rafael Núñez 4 en total, para gobernar 16 años, de los que apenas gobernó 5 años, ya que por diferentes quebrantos de salud y por decisión propia se apartó del poder, aunque seguía conociendo los que lo sustituían, todo visto desde su casa en El Cabrero en Cartagena. Fue elegido en 1880, 1884, 1886 y 1892. Su vicepresidente, el conservador, redactor de la Constitución Política de 1886, Miguel Antonio Caro gobernó durante todo el periodo 1892 – 1898, cuando el periodo presidencial era de 6 años, mientras que en el periodo anterior, su entonces vicepresidente, Carlos Holguín Mallarino, elegido por el Congreso, gobernó entre 1888 y 1892.
Otro importante presidente del siglo XIX fue Tomás Cipriano de Mosquera, que llegó al poder 4 veces, una de las cuales no fue por elección, sino de facto. Así llegó a la presidencia para gobernar entre 1845 – 1849, defendiendo algunas doctrinas conservadoras, para llegar en 1861 de facto, cuando sus tropas derrocaron al gobierno conservador, ya blandiendo las banderas liberales, siendo luego parte del Ejecutivo Plural que la Convención de Rionegro en 1863 constituyó para gobernar el país mientras era redactada la nueva constitución, volviendo al poder, designado precisamente por la Convención para el periodo comprendido entre 1863 y 1864, volviendo en 1866 elegido, no pudiendo gobernar sino hasta el año siguiente, cuando fue derrocado tras haber cerrado el Congreso, cuando se había enterado que la Cámara le seguiría un proceso político por haber usado un empréstito para apoyar al Perú.
El general José María Obando es una figura indiscutida del siglo XIX, ya que empezó su vida militar, por influencia de su familia adoptiva, de españoles, luchando a favor del monarca español, lo que dejaría de hacer cuando el propio Libertador lo disuadió de seguirlo haciendo, momento en el cual se unió a las tropas patriotas, pero cuando Bolívar instauró la dictadura se levantó en su contra junto a José Hilario López desde la región del Cauca, que luego de la separación de la Gran Colombia estuvo a punto de unirse al Ecuador, decisión que fue neutralizada cuando a Obando se le encargó del Ejecutivo en 1832, para hacer la transición hacia la nueva constitución, la que debió sancionar, resaltando su figura cuando en 1837 se presentó como candidato presidencial, apoyado por Santander, lo que no impidió su derrota frente a José Ignacio de Márquez, hecho que más adelante tras la Guerra de los Conventos, suscitaría la Guerra de los Supremos liderada por este general, que derrotado debió dejar el país, para regresar a mitad del siglo, cuando llegó a la presidencia en nombre del Partido Liberal en 1853, poder que perdió a manos de su Comandante del Ejército, el general José María Melo, para nunca regresar, ya que quienes lo apoyaron, luego lo juzgaron, y finalmente lo invitaron a hacer parte de las tropas liberales que derrocaron al gobierno conservador en 1861, cuando murió en una batalla innecesaria, ya que la guerra había terminado.
Pero así como algunas figuras políticas reemplazaron a otras para terminar sus periodos, existió un caso contrario, el de Guillermo Quintero Calderón, que solamente gobernó en 1896 durante 5 días, ya que habiendo recibido el encargo por parte de Miguel Antonio Caro, apenas el recién posesionado empezó a nombrar de manera autónoma sus ministros, Caro lo sacó del poder, temiendo que lo desplazaría si lo dejaba más tiempo.
De los presidentes elegidos para un periodo determinado, fueron pocos los que lo cumplieron sin compartir el poder durante ese tiempo con nadie, apenas Mariano Ospina Rodríguez, Manuel Murillo Toro, Santiago Pérez y Julián Trujillo, mientras que personajes importantes, de valía nunca fueron elegidos y llegaron al poder designados para ello, como Domingo Caycedo, Manuel María Mallarino, Salvador Camacho Roldán y Eliseo Payán para citar algunos, mientras que varios llegaron al poder usando las armas, empezando por Bolívar y Santander, el general Rafael Urdaneta, venezolano que llegó al poder después que Bolívar hubiera renunciado, buscando su regreso, y ante la negativa de este, decidió dejar el poder. En 1854 el que llegó al poder por las armas fue el general José María Melo, estableciendo un gobierno revolucionario que apenas duró ocho meses, mientras en 1867 llegó al poder el general Santos Acosta, que derrocó con el apoyo de los partidos a Mosquera, para someterlo luego a juicio, terminando el periodo presidencial, y finalmente quien llego por el derrocamiento del presidente fue José Manuel Marroquín, el escritor, pero sin tener que usar las armas, ya que el depuesto era un venerable anciano, Manuel Antonio Sanclemente.
Serian muchas más las anotaciones que se pueden hacer respecto de quienes en el siglo XIX gobernaron al país, como que el periodo presidencial no ha sido siempre el mismo. Así cuando llegaron Bolívar y Santander al poder en 1819, cuando alcanzaron sus tropas la independencia, su periodo fue establecido hasta 1821, y luego hasta 1822, momento en que fue institucionalizado el periodo presidencial en cuatro años, hasta 1830, cuando por mandato de la nueva estableció que el periodo presidencial sería de ocho años, el que nunca se puso en práctica, ya que a los dos años la constitución fue reemplazada, contemplando nuevamente el periodo en cuatro años, hasta la constitución de Rionegro de 1863, que estableció el periodo presidencial en dos años, el que se mantuvo hasta 1886, cuando se contempló que el periodo presidencial sería de seis años, periodo con el que se terminó el siglo.
Otra figura que no fue uniforme durante el siglo fue la reelección presidencial, que fue permitida, luego prohibida, y otra vez permitida. A Bolívar y Santander se les permitió reelegirse porque eran ellos, en 1822 y 1826, siendo proscrita la reelección en 1830, no volviendo a existir, sino pasado un periodo presidencial, pero no de manera inmediata, como ocurrió con el liberal radical Manuel Murillo Toro que gobernó entre 1864 y 1866, regresando al poder para gobernar entre 1872 y 1874, cuando ya Tomás Cipriano de Mosquera se había reelegido, usando hasta las armas, gobernando un periodo de transición, para luego volverse a reelegir. Otro que se reeligió, cuando estaba la reelección permitida pero pasado un periodo presidencial por lo menos, fue Rafael Núñez que gobernó entre 1880 y 1882, volviendo al poder para gobernar el periodo 1884 – 1886, habiendo renunciado en 1885.
Bajo la constitución de 1886 la reelección presidencial inmediata se permitió nuevamente, en periodos presidenciales de seis años. Así en 1886 se reeligió Núñez, lo que volvió a hacer en 1892, eso sí, debiendo dejar el poder 18 meses antes de las elecciones, para que el candidato – presidente no usara los bienes del Estado para sacar ventaja frente a los demás candidatos. Así terminó el siglo XIX en materia de reelección, la que en el siglo XX otra vez cambió.
En materia de edad, en el siglo XIX esta fue realmente para algunos, poca, para llegar a ocupar tan importante cargo. Al poder llegó Bolívar cuando tenía 36 años, mientras Santander cuando se encargó de la presidencia, 27 años, Mosquera tenía 47 años al llegar al poder, mientras Ospina tenía 52 años, Núñez 55 años, Zaldúa 71 años, y el más anciano, Sanclemente que llegó a los 84 años, y quien lo derrocó, Marroquín asumió el poder a los 71 años.
Por profesiones la mayoría de presidentes del siglo XIX fueron abogados, seguidos por los militares. Abogados fueron De Márquez, Joaquín Mosquera, Mariano Ospina, Manuel Murillo, Juan D. Aranzazu, Uricoechea, Rufino Cuervo, José M. Rojas, Salvador Camacho, Manuel M. Ramírez, Santiago Pérez, Rafael Núñez, Francisco J. Zaldúa, Manuel Antonio Sanclemente, José de Obaldía, Manuel M. Mallarino, Bartolomé Calvo, Froilán Largacha, Clímaco Calderón, José E. Otálora y Carlos Holguín Mallarino, mientras que militarles fueron Bolívar, Santander, Herrán, T. C. de Mosquera, José Hilario López, Obando, Melo, Santos Gutiérrez, Santos Acosta, Eustorgio Salgar, Julián Trujillo, Domingo Caycedo, Rafael Urdaneta, Tomás Herrera, Joaquín Riascos, Sergio Camargo, Ezequiel Hurtado, Campo Serrano, Payán y Guillermo Quintero Calderón. Dos fueron escritores, Miguel Antonio Caro y José Manuel Marroquín, mientras que Aquileo Parra no hizo estudios superiores.
En general habría muchas cosas para decir de nuestros presidentes, ya que ellos han llevado el peso del poder en Colombia, aunque falta es escudriñar que intereses defendían, representaban ante el pueblo, muchas de las veces, por no decir que casi siempre no lo sabe, por lo que en el tiempo moderno, vota o elige por otros aspectos, pero no por los intereses y capacidades que pueda tener el candidato, más cuando en nuestra sociedad se ha abierto paso el llamado voto útil, que conlleva hasta votar por quien no queremos, pero que muchos lo hacen, para que no gane determinado candidato, lo que es una verdadera perversión de lo que llaman democracia, que verdaderamente existió en Grecia, cuando quienes hacían parte de ella, eran quienes sabían, y tenían medios económicos, eran los que decidían, ya que poner a decidir sobre alguna cosa a quien no sabe, es como poner a pilotar un avión a una persona que no lo sabe hacer, lo que garantiza el siniestro, lo que parece viene pasando en nuestra vida política nacional.
Presidente | Periodo presidencial | Partido Político |
Simón Bolívar | 1819 – 1830 | |
Francisco de Paula Santander | 1819 – 1827 encargado | |
Joaquín Mosquera | 1830 | |
Domingo Caycedo | 1830 encargado | |
Rafael Urdaneta | 1830 – 1831 | Golpe de Estado |
José María Obando | 1831 – 1832 | |
José Ignacio de Márquez | 1832 | |
Francisco de Paula Santander | 1833 – 1837 | |
José Ignacio de Márquez | 1837 – 1841 | |
Pedro Alcántara Herrán | 1841 – 1845 | |
Juan D. Aranzazu | 1841 encargado | |
Tomás Cipriano de Mosquera | 1845 – 1849 | |
Rufino Cuervo | 1847 encargado | |
José Hilario López | 1849 – 1853 | Partido Liberal |
José María Obando | 1853 – 1854 | Partido Liberal |
José María Melo | 1854 | Golpe de Estado |
José de Obaldía encargado | 1854 – 1855 | Partido Conservador |
Tomás Herrera | 1854 encargado | Partido Conservador |
Manuel María Mallarino | 1855 – 1857 sustituto | Partido Conservador |
Mariano Ospina Rodríguez | 1857 – 1861 | Partido Conservador |
Bartolomé Calvo | 1861 encargado | Partido Conservador |
Tomás Cipriano de Mosquera | 1861 – 1863 | Partido Liberal |
José Hilario López | 1863 Ejecutivo Plural | Partido Liberal |
Eustorgio Salgar | 1863 Ejecutivo Plural | Partido Liberal |
Santos Gutiérrez | 1863 Ejecutivo Plural | Partido Liberal |
Froilán Largacha | 1863 Ejecutivo Plural | Partido Liberal |
Tomás Cipriano de Mosquera | 1863 Ejecutivo Plural | Partido Liberal |
Juan A. Uricoechea | 1864 encargado | Partido Liberal |
Tomás Cipriano de Mosquera | 1863 – 1864 | Partido Liberal |
Manuel Murillo Toro | 1864 – 1866 | Partido Liberal |
José María Rojas Garrido | 1866 encargado | Partido Liberal |
Tomás Cipriano de Mosquera | 1866 – 1867 | Partido Liberal |
Santos Acosta | 1867 – 1868 | Golpe de Estado |
Joaquín Riascos | 1867 | Partido Liberal |
Santos Gutiérrez | 1868 – 1870 | Partido Liberal |
Salvador Camacho Roldán | 1868 – 1869 encargado | Partido Liberal |
Santiago Pérez | 1869 encargado | Partido Liberal |
Eustorgio Salgar | 1870 – 1872 | Partido Liberal |
Julián Trujillo | 1870 encargado | Partido Liberal |
Manuel Murillo Toro | 1872 – 1874 | Partido Liberal |
Santiago Pérez | 1874 – 1876 | Partido Liberal |
Aquileo Parra | 1876 – 1878 | Partido Liberal |
Sergio Camargo | 1877 encargado | Partido Liberal |
Manuel M. Ramírez | 1877 encargado | Partido Liberal |
Julián Trujillo | 1878 – 1880 | Partido Liberal |
Rafael Núñez | 1880 – 1882 | P. Liberal Independiente |
Francisco Javier Zaldúa | 1882 | Partido Liberal |
Clímaco Calderón | 1882 encargado | Partido Liberal |
José E. Otálora | 1882 – 1884 sustituto | Partido Liberal |
Ezequiel Hurtado | 1884 encargado | Partido Liberal |
Rafael Núñez | 1884 – 1885 | P. Liberal Independiente |
José María Campo Serrano | 1886 – 1887 encargado | Partido Conservador |
Rafael Núñez | 1886 – 1888 | Partido Nacionalista |
Eliseo Payán | 1887 encargado | Partido Conservador |
Carlos Holguín Mallarino | 1888 – 1892 sustituto | Partido Conservador |
Rafael Núñez | 1892 No se posesionó | Partido Nacionalista |
Miguel Antonio Caro | 1892 – 1898 | Partido Conservador |
Guillermo Quintero Calderón | 1896 encargado 5 días | Partido Conservador |
José Manuel Marroquín | 1898 encargado | Partido Conservador |
Manuel Antonio Sanclemente | 1898 – 1900 | Partido Conservador |
José Manuel Marroquín | 1900 – 1904 | Golpe de Estado |
LAZOS FAMILIARES DE LOS MÁS IMPORTANTES POLÍTICOS DEL SIGLO
Obtenida nuestra independencia quienes llegaron al poder, no solamente a ocupar el cargo de Presidente de la República, sino altos cargos, como Vicepresidente de la República, Designado, Congresistas, Magistrados, Procuradores, Gobernadores, etc., tuvieron estrechas relaciones entre sí, demostrando que el poder estaba en unas pocas manos, creando aquella verdad, que en nuestro país los que lo han gobernado han sido miembros de unas pocas familias, lo que no es una metáfora, sino una realidad galopante.
Es que una cosa fue lo que pensaron algunos de nuestros libertadores, y otra distinta que la que aplicó una oligarquía que asumió rápidamente el poder, uniendo a su poder económico, el poder político, para influenciar desde allí los demás poderes, el social, cultural, imponiendo no solamente su presencia permanente en todos los escenarios de decisión, sino también irradiando a su alrededor su influencia, esa que ha mantenido a la inmensa mayoría del pueblo marginado de cualquier participación que tenga que ver con su futuro, aunque a veces se nos haga creer que estamos decidiendo, cómo cuando elegimos a nuestros dignatarios, casi siempre, así sea en el campo local, departamental, regional o nacional, cuando realmente quienes pueden aspirar a esos cargos, salvo contadas excepciones, son aquellos que cuentan con el respaldo económico necesario, contando además con otros respaldos, como el de los medios de comunicación, y porque no decir, hasta el de las armas, aunque al pueblo se le hace creer que fue él el que decidió.
Para escudriñar este tipo de intereses que se mueven en los niveles de poder, podemos empezar por ver los lazos familiares de quienes llegan a los altos cargos, pero en caso de poner un ejemplo, apenas de quienes llegaron a ocupar la silla presidencial en el siglo XIX, panorama que obviamente no deja ver toda la realidad, esa que se vería únicamente cuando pudiéramos ver los intereses económicos, extranjeros y de otros tipos que han de defendido algunos mandatarios. Por lo pronto veamos algunos de los lazos familiares que son más conocidos, pero poco recordados:
SIMÓN BOLÍVAR (Presidente de la República 1819 – 1830) | |
Esposa | María Teresa Rodríguez del Toro esposa de 1802 a 1803 cuando muere. |
Compañera | Manuelita Sáenz entre 1822 y su muerte en 1830. |
FRANCISCO DE PAULA SANTANDER (Presidente de la República 1819 – 1827 encargado, y titular entre 1833 – 1837) | |
Esposa | Sixta Tulia Pontón y Piedrahita con quien se casó en 1836 |
Amante | Nicolasa Ibáñez madre de José Eusebio Caro fundador del Partido Conservador y abuela de Miguel Antonio Caro Presidente de la República. |
Hijo | Francisco de Paula Santander (General) |
JOAQUÍN MARINO MOSQUERA A. (Presidente de la República 1830 – 1831) | |
Padre | José María de Mosquera terrateniente del Cauca |
Hermanos | Tomás Cipriano de Mosquera (Presidente de la República 4 veces) Manuel José Mosquera (Arzobispo de Bogotá) |
JOSÉ MARÍA OBANDO (Presidente de la República 1832 – 1833 y 1853 – 1854) | |
Padres | Ana María Mosquera y Joseph de Iragorri en relación extramatrimonial |
Padres adoptivos | Juan Luis Obando y Agustina del Campo españoles. |
PEDRO ALCÁNTARA HERRÁN (Presidente de la República 1841 – 1845) | |
Suegro | Tomás Cipriano de Mosquera (4 veces Presidente de la República) |
Hermano | Antonio Herrán Arzobispo de Bogotá |
Hijo | Tomás Herrán (Político y Diplomático) |
Primo | Francisco Javier Zaldúa (Presidente de la República 1882) |
TOMÁS CIPRIANO DE MOSQUERA ARBOLEDA (Presidente de la República 1845 – 1849; 1861 – 1863; 1863 – 1864 y 1866 – 1867) | |
Padre | José María de Mosquera terrateniente del Cauca |
Hermanos | Manuel María Mosquera (Diplomático) Manuel José Mosquera (Arzobispo de Bogotá) |
Cuñado | Simón Benjamín Arboleda Arboleda (Ministro de Gobierno 1863) |
Yerno | Pedro Alcántara Herrán (Presidente de la República 1841 – 1845) |
Hijos | Aníbal Mosquera Arboleda (Diplomático) Amalia Gertrudis Mosquera (Esposa de Pedro Alcántara Herrán) |
Bisnieta | Italia Cerruti Davies casad con Carlos Eder Benjamín hijo de James Martin Eder, fundador del Ingenio La Manuelita. |
Sobrino | Julio Arboleda (Político y Militar conservador, candidato presidencial 1861) |
Nieto | Tomás Herrán (Político y Diplomático) |
MANUEL MARÍA MALLARINO (Presidente de la República 1855 – 1857) | |
Sobrinos | Carlos Holguín Mallarino (Presidente de la República 1888 – 1892) Jorge Holguín Mallarino (Presidente de la República 1909 y 1921 – 1922) |
MARIANO OSPINA RODRÍGUEZ (Presidente de la República 1857 – 1861) | |
Hijo | Pedro Nel Ospina Vásquez (Presidente de la República 1922 – 1926) |
Nieto | Mariano Ospina Pérez (Presidente de la República 1946 – 1950) |
SANTOS ACOSTA (Presidente de la República 1867 – 1868) | |
Bisabuelo | Francisco Berbeo (Comandante Revolución de los Comuneros 1781) |
Nieto | Mariano Ospina Pérez (Presidente de la República 1946 – 1950) |
CARLOS HOLGUÍN MALLARINO (Presidente de la República 1888 – 1892) | |
Hermano | Jorge Holguín Mallarino (Presidente de la República 1909 y 1921 – 1922) |
Esposa | Margarita Caro Tovar (Hermana del presidente Miguel Antonio Caro 1892 – 1898, e hija de José Eusebio Caro fundador del Partido Conservador) |
MIGUEL ANTONIO CARO (Presidente de la República 1892 – 1898) | |
Abuelos | Antonio Caro y Nicolasa Ibáñez (Amante de Santander) |
Padre | José Eusebio Caro (Fundador del Partido Conservador) |
Cuñado | Carlos Holguín Mallarino (Presidente de la República 1888 – 1892) |
CULTURA DEL SIGLO XIX
Del tema de la cultura del siglo XIX se han ocupado diferentes expertos, entre ellos, la historiadora e investigadora santandereana Aída Martínez Carreño, miembro de número de la Academia Colombiana de Historia, miembro de la Academia de Historia de Santander y el Consejo de redacción de la revista Credencial Historia, premio nacional de historia 1995, que falleciera el 30 de mayo de 2009, quien desarrolló el tema de la valoración del patrimonio artístico de Colombia en el siglo XIX, dedicándose también a la reconstrucción histórica de la cultura nacional a partir de la historia de las mentalidades y la cultura, siendo ella quien impulso la creación del Museo del Siglo XIX en Bogotá.
Entre las obras de Aída están Guerra de los mil días: testimonios de sus protagonistas; La historia de Bucaramanga; Mesa y cocina en el siglo XIX; La prisión del vestido: aspectos sociales del traje en América; Presencia femenina en la historia de Colombia, siendo coordinadora con Pablo Rodríguez de la publicación Placer, dinero y pecado. Historia de la prostitución en Colombia.
Así la autora se ocupa del arte, a partir de tres temas: i) el arte refleja la historia; ii) los temas del arte decimonónico y iii) las técnicas y los materiales. Sostuvo que la producción artística del siglo XIX se dio a partir de la ruptura con la producción que se había dado bajo el dominio español, por el rompimiento político que significó la independencia de América Latina, sin haberse desarrollado en toda la región una producción uniforme, ya que más bien se dieron diferentes obras influenciadas por la geografía y la composición étnica de cada lugar, proceso que se dio al lado de la consolidación política en cada uno de los nacientes Estados.
Liga el desarrollo artístico nacional a la búsqueda de un nuevo orden político, empezando por el establecimiento de relaciones internacionales con países europeos y los Estados Unidos, la búsqueda de una identidad nacional y regional, el enfrentamiento Iglesia – Estado y las diferentes ideologías que se desarrollaron en el siglo XIX, todo lo que influenció la producción artística.
Con propiedad sostiene que la independencia cambió el interés de los pintores, como el interés del público. Los héroes y los mártires de la independencia fueron numerosamente representados, sobresaliendo en ese campo, pintores como Pedro José Figueroa y José María Espinosa. Las figuras que fueron retratadas al principio del siglo, lo serían nuevamente al final del mismo con ocasión de la celebración del primer centenario de la independencia, ya esta vez pintados por artistas formados en la academia, incluso extranjera, como por Ricardo Acevedo Bernal y Francisco A. Cano. Los héroes más representados fueron Bolívar, Santander, Nariño, Camilo Torres, Caldas y Policarpa Salavarrieta, los que finalmente se convirtieron en parte de nuestra cultura visual, llevados algunos hasta a nuestros billetes, monedas, estampillas y hasta elementos usados para la publicidad.
Pero el desarrollo pictórico no solamente fue nacional, sino que extranjeros también se dedicaron a representar nuestro ambiente político, social, económico, geográfico y cultural. Esos artistas foráneos habían llegado con ocasión del apoyo de algunos países al proceso independentista, como en el caso de Inglaterra. Las primeras representaciones nacionales hechas por extranjeros se dieron en los libros de viajes, empezando por la expedición de Alexander von Humboldt (1801 – 1804), donde se dibujaron muchas acuarelas, técnica que desarrollaría luego el inglés Joseph Brown, seguido por varios artistas nacionales.
El pintor costumbrista más importante del siglo XIX fue Ramón Torres Méndez (1809 – 1885), cuando la pintura religiosa que dominó la Colonia, caso desaparece, más cuando los jesuitas fueron expulsados del territorio nacional por el general Tomás Cipriano de Mosquera, que los expropió, bajo la figura de la desamortización de manos muertas. De todas formas autores como el jesuita Santiago Páramo hizo unas excelentes pinturas religiosas, que hoy decoran la iglesia de San Ignacio en Bogotá.
La Comisión Corográfica contribuyó al desarrollo artístico decimonónico, cuando registró las características geográficas, topográficas, condiciones sociales, industriales y de recursos naturales de varias regiones del país, usando la naciente fotografía, obra que quedó integrada a la colección de la Biblioteca Nacional. Las láminas de mayor valor artísticos fueron pintadas por el venezolano Carmelo Fernández y el inglés Henry Price, ya que los demás pintores y dibujantes, por no tener una formación académica o haber aprendido al lado de maestros, su trabajo tiene escaso valor artístico. La pobreza artística de la primera mitad del siglo XIX tuvo entre sus causas, que el Estado no tenía recursos para adelantar programas de capacitación en temas como la pintura.
El mexicano Felipe Santiago Gutiérrez vio frustrada la fundación de la Academia de Pintura de Bogotá, para la que había sido nombrado director, por falta de recursos económicos, por lo que sólo algunos pintores pudieron estudiar en academias extranjeras. Algunos fueron Epifanio Garay, Pantaleón Mendoza, Francisco Antonio Cano y Ricardo Acevedo Bernal. En el gobierno de Rafael Núñez en 1886 fue creada la Escuela de Bellas Artes.
La obra pictórica del siglo XIX fue condensada en retratos, escenas históricas, alegorías, cuadros de costumbres, escenas bíblicas, bodegones y paisajes, obras resultado de la orientación europea, desligado de los principios estéticos de las antiguas culturas indígenas. El retrato domina el panorama artístico, como una forma de mantener en la memoria nuestros próceres, y por deseo de quienes tenían recursos económicos para hacerse retratar, como una forma de pervivir. El retrato en miniatura incluso se usó como una prenda de amor, consuelo en la ausencia, remedio contra el olvido.
En la pintura de la primera mitad del siglo XIX pocas veces aparecían las mujeres, y cuando aparecían era al lado de sus maridos. En la segunda mitad la mujer aparece de manera individual. Epifanio Garay fue el pintor que más se dedicó a pintar mujeres. La pintura histórica tuvo su mayor desarrollo a principios del siglo XX, por Francisco A. Cano y Andrés de Santamaría, quienes se habían capacitado en la academia.
Otro rasgo del desarrollo pictórico fue que algunos de los principales pintores eran militares, por lo que pudieron pintar las guerras donde participaron, como José María Espinosa, Ramón Torres Méndez y José Gabriel Tatis. La caricatura se desarrolla en el conflicto político, mientras que el desnudo empezó a tener algunas representaciones, mientras el cuadro de costumbres llegó hasta la tercera década del siglo XX, destacándose entre sus principales cultores a Ricardo Gómez Campuzano, Coriolano Leudo, Miguel Díaz Vargas y Domingo Moreno Otero, quienes se dedicaron a pintar paseos campestres, gentes de pueblo y escenas de mercado, usando mucho color, además de pintar frutas tropicales, eso sí, poco auténticas.
En cuanto al trabajo pictórico femenino, solamente algunas mujeres de la clase acomodada pudieron llegar a algunas de las fallidas academias, mientras pintores como Jesús María Zamora pintaban paisajes de Santander, Antioquia, el Valle, y la Sabana de Bogotá incluido el Salto de Tequendama.
En cuanto a las técnicas y los materiales más usados, se destacaron la pintura al óleo, grabado, acuarela, dibujo, talla en madera, bordado y fotografía. La escultura en metal sólo fue conocida a finales del siglo, cuando alumnos de la Escuela de Bellas Artes la desarrollaron. Las estatuas y monumentos de los próceres fueron importados de Europa, especialmente de Italia, así como las tallas en mármol, los bustos de adorno y los monumentos funerarios.
La pintura al óleo no se pudo usar en tiempos de recesión, ya que no se conseguían los pinceles adecuados, lienzos y otros materiales, contando únicamente con la tabla y el cuero. Relata la historiadora que Espinosa usaba camisas usadas para pintar, mientras el padre de Torres Méndez hacia láminas de marfil para las miniaturas cortándolas con segueta.
Los venezolanos Celestino y Jerónimo Martínez se dedicaron al grabado desde que llegaron en 1830 contratados para imprimir documentos oficiales (bonos, vales, recibos, papel sellado), técnica que mejoró Alberto Urdaneta en la Escuela de Grabado del Papel Periódico Ilustrado. La acuarela desarrollada por los pintores de la Expedición Botánica, también lo fue en la Comisión Corográfica. La falta de academia en el desarrollo artístico del siglo XIX trajo como resultado el pobre diseño en muchos elementos, como objetos decorativos, que más que valor artístico específico representan gran destreza manual de sus autores, unos autodidactas y otros si preparados profesionalmente. Entre ellos están los muebles de ese siglo, adornados por ricos trabajos de ebanistería, las cajas de madera fina, las incrustaciones, los bordados, adornos como escudos, cortinajes, los que son acompañados de algunos adornos constituidos de frutas artificiales, así como pájaros disecados.
La fotografía es otra fuente artística del siglo XIX, cuando la trajo el diplomático y pintor francés, barón Jean Baptiste Luis Gross, autor de las primeras fotografías en el centro de Bogotá en 1842, mientras Luis García Hevia, la alternó con la pintura. Así la muestra artística del siglo XIX hace parte de nuestro patrimonio, sin importar que algunas obras de pronto carezcan de una alta calidad. Ellas muestran el desarrollo del arte nacional después que se dio la independencia, como algo nuestro, parte de nuestras raíces culturales.
LA ECONOMÍA DEL SIGLO XIX
El importante economista José Antonio Ocampo ha sostenido sobre las actividades económicas del siglo XIX, que el desarrollo del comercio de exportación nuestro, es difícil estudiarlo, debido a que no existen estadísticas confiables, destacando eso sí, lo que hizo McGreevey que usando estadísticas extranjeras presento un panorama del tema, de todas modos estudiando las principales tendencias y fases del comercio exterior colombiano en ese tiempo, tanto importaciones, como exportaciones.
Las tendencias generales de las exportaciones y de la relación de precios de intercambio, tiene inicio a partir de cifras que muestran el crecimiento de las exportaciones a principios del siglo XIX, sosteniendo que el oro sirvió de talanquera para la exportación de otros productos. Hizo un paralelo entre las exportaciones que se dieron al final de la Colonia y los primeros años de gobiernos criollos, diciendo que entre 1835 y 1845 se dio un crecimiento en las exportaciones, cuando en la primera década del siglo cambiaron las cifras de exportación e importación, cuando se legalizó el contrabando (1802/04) como forma de que el gobierno mantuviera el control sobre la economía, lo que coincide con la caída del precio del algodón en Europa.
El profesor Ocampo se ocupa de periodizar los ciclos económicos, dejando ver las fluctuaciones de las exportaciones durante el siglo XIX. Así entre 1830 y 1850 se da un estancamiento de las exportaciones, aunque nace a ese mundo del comercio productos, especialmente frutos, donde imperaba el oro para la exportación, pasando en el periodo entre 1850 y 1882 a un crecimiento sostenible, basado en productos diferentes al oro, mientras que entre 1883 y 1990 se dieron movimientos cíclicos y estancamiento per cápita, tiempo durante el cual existieron verdaderos altibajos en las exportaciones, entre otras cosas, porque desaparecieron varios productos nuestros en el mercado internacional, como la quina, los sombreros y el añil. Entonces se consolida el café como el principal producto de exportación a final del siglo.
Un factor que marcó el tema de las exportaciones a finales del siglo, fue el tema de la baja en los fletes mercantes, vía por la cual se hacían los envíos de productos al exterior, principalmente Europa, Estados Unidos y las Antillas, sitios todos a los que se podía llegar por este medio, siendo entonces este factor, un medio que permitió el aumento del ingreso nacional por este rublo de la economía, y de paso permitió a los productos todavía con pedido internacional poder moverse fácilmente, a menor precio. Ese fenómeno coincidió con la caída del precio del café, precisamente cuando estaba despegando su importancia como producto bandera de la economía nacional.
Los productos de exportación estudiados fueron unos veinte, ya que ha sido regla en las exportaciones colombianas tener unos productos importantes, y otros aunque diferentes, que no alcanzan para modificar de manera importante, ni siquiera algo significativo el índice de comercio para el exterior, clasificando esos productos en tres grupos, el No. 1 de productos principales (oro, café, tabaco y quina) el No. 2 de productos secundarios (plata, cueros, algodón, caucho, tagua, sombreros, banano, palo brasil y ganado) y el No. 3, productos marginales (añil, cacao, palo mora, dividivi, azúcar, madera y platino), clasificación que se justifica sobre todo entre 1850 y 1910 donde fueron varios productos los que se exportaban, de manera cambiante, subiendo y bajando en sus índices, incluso desapareciendo.
El llamado segmento de las coyunturas, trae una visión desde los países que importaban nuestros productos, haciendo también una periodización, empezando por la que denominó primera bonanza entre 1850 y 1857, tiempo durante el cual se dio un crecimiento en las exportaciones de tabaco y quina, aunque respecto del primero existió una baja entre 1854 y 1855, pasando a los vaivenes, contradicciones y recesión global entre 1858 y 1869, periodo que comenzó con la caída en las exportaciones de esos dos productos, los que nuevamente subieron en el bienio 1862 – 1864, teniendo como factor de la exportación colombiana, la guerra de secesión norteamericana. Este periodo significó la terminación de la expansión tabacalera, cuando en 1867 empezó a bajar de manera dramática su precio.
Otra bonanza se dio entre 1870 y 1973, cuando fueron la quina y el café los que lograron importantes logros económicos. Ese fue el primer momento del café, a partir del cual siguió subiendo, hasta convertirse, con altibajos, en el principal producto de exportación, lo que se consolidó en el siglo XX. Este periodo fue seguido por una recesión que se dio entre 1874 y 1877, tiempo que coincidió con la guerra civil que se dio en el 76, cuando los conservadores intentaron llegar al poder por las armas, contra los liberales radicales.
Una nueva bonanza se dio entre 1878 y 1882, tiempo al que le siguió otra depresión entre 1883 y 1892 y otra bonanza entre 1893 y 1898, para terminar en otra depresión cuando se daba la Guerra de los Mil días (1899 y 1902), entre 1898 y 1910. Fueron la quina y el café los productos bandera, dejando este primero pronto su lugar, cuando decayó y hasta desapareció como producto de exportación al ser remplazado su uso en los países a donde era exportada, como Inglaterra y Alemania. Nuevamente entre 1885 y 1886 se dio una recesión producto de otra guerra civil, aquella que inició Rafael Núñez, que le permitió deshacerse de sus principales contradictores políticos los liberales radicales, para dictar una constitución acorde a sus intereses.
La última bonanza del siglo, solamente se puede predicar de un solo producto, el café, mientras que a comienzos del siglo XX fue el banano el que hizo importante presencia en las exportaciones.
En cuanto a los países que compraban nuestras exportaciones estos fueron Inglaterra inicialmente, la que mantuvo un predominio que se mantuvo por buena parte del siglo, cediendo y asumiendo el primer puesto periódicamente, hasta que lo perdió a finales del siglo y comienzos del siguientes a manos de los Estados Unidos, teniendo a Alemania y a Francia como dos mercados a donde tuvimos algún acceso, sin ser importante reglón de esas economías, países que fueron paulatinamente perdiendo importancia para nuestros exportadores, como ocurrió respecto de las Antillas, donde uno de los principales productos de exportación eran los sombreros, los que pronto desaparecerían del concierto comercial.
En definitiva esta visión panorámica de nuestras exportaciones en el siglo XIX, sirven de preámbulo para lo que paso en el siglo XX, cuando fueron los Estados Unidos nuestro principal destino exportador, llegando a tener bastante importancia otros mercados como el de Venezuela y otros países del continente. Nuevamente, sobre todo a finales del siglo XX un solo producto marcó las exportaciones, el café, como a finales del siglo XIX, matizado por los productos mineros, ya no solamente el oro, sino el petróleo que hace irrupción en nuestra economía a principios del siglo XX.
Mientras tanto el ex miembro de la Junta Directiva del Banco de la República, Salomón Kalmanovitz estudió como la economía nacional se insertó en el mercado mundial, para lo que hace un análisis a partir de sostener que la economía decimonónica se dio en un marco social precapitalista, donde algunos productos empezaron a ser exportados, hecho que traería un cambio importante en varios niveles, sustentado en la iniciativa individual, teniendo al café como el principal producto de exportación, sobre todo a finales del siglo XIX, producto que empezó su devenir en la zona de Santander, para después ubicarse en Cundinamarca y más tarde en Antioquia.
El autor plantea una posición teórica diferente a la de Ocampo, a partir de sostener que él no tenía un concepto adecuado de precapitalismo, y por tanto capitalismo, lo que le impidió hacer una línea divisoria entre esas dos etapas de nuestra historia económica. Para Kalmanovitz la burguesía y el capitalismo surgen del desarrollo de la economía parcelaria por haber logrado llegar al mercado mundial, creando dos categorías sociales, los terratenientes y los comerciantes, que permitieron implantar un régimen político autoritario.
Sin embargo, el hecho que Kalmanovitz no esté de acuerdo con Ocampo, no le impide aceptar que la periodización que él hizo del desarrollo exportador colombiano, que contiene una fase de estancamiento desde comienzos del siglo y hasta 1850, cuando la exportación de oro bajo, aumentando la de frutos; una etapa de crecimiento entre 1850 y 1882, en que se exportaban tabaco, algodón, añil, cueros, oro y café, en una primera etapa y el periodo de estancamiento que va de 1882 a 1910, todo lo que sumado es el primer paso a la verdadera inserción de Colombia en el mercado mundial, hecho que ocurrió en el siguiente siglo.
En lo referente al que quizá ha sido el producto emblema de la agricultura colombiana en materia de exportaciones, el café, empieza su ascenso a partir de 1840 cuando las haciendas de Santander fueron el escenario de su expansión, esa que se dio luego por Cundinamarca, Tolima y finalmente en Antioquia, para de esa forma consolidar su importancia exportadora. En esas haciendas a la par que crecía la capacidad exportadora, quienes laboraban en ellas lo hacían bajo diferentes regímenes salariales o de arrendatarios, de los que se podían deducir que las condiciones de vida de quienes se dedicaban a cultivar el café eran realmente devastadoras, o como lo dice el catedrático aterradoras, más allá de que las haciendas tenían un relativo buen equipamiento técnico de las haciendas cafeteras.
Kalmanovitz recoge la definición que hace Jorge Orlando Melo, importante historiador colombiano, de que a partir de 1880 se empezó a formar una nueva casta de empresarios rurales y urbanos más ilustrados que el típico terrateniente que hasta entonces venía explotando la hacienda cafetera.
El siglo XIX termina con una crisis en las exportaciones de café que va de 1898 a 1905, todo a consecuencia de los bajos precios internacionales del grano y de los fletes altos, siendo la década de 1890 la época en que el cultivo del café se desarrolló en Antioquia, hecho que consolidaría en adelante su exportación, por la producción de grandes y pequeños cultivadores, que complementaban las cifras de exportación especialmente a Nueva York. Alrededor del café se fueron desarrollando otros cultivos, que servían para sostener la economía antioqueña, en lo que se llamó la unidad parcelaria. Este sistema económico llego a permitir que en las haciendas se creaban verdaderas formas de pago, o moneda propia, que poco a poco fue desapareciendo a finales del siglo XIX, a la vez que se fue desarrollando la región al expandir el ferrocarril de Antioquia.
A la par con el desarrollo en el cultivo del café, pero también en otros sectores del país del tabaco, nace la ganadería, a partir de la traída a nuestro territorio de diferentes calidades de pastos, insumo necesario para esa nueva forma de desarrollo rural. Si bien en Antioquia se empezó el desarrollo de la ganadería, ese fue expandiéndose a otros sectores, como Bolívar, a partir del cual la Costa Atlántica entraría en ese renglón de la economía, desde donde a partir de 1880 incluso se exportaba ganado a las Antillas. A la par en el Casanare y sitios aledaños la ganadería adquiría, aún de manera artesanal, gran importancia. En la Sabana de Bogotá era donde se consolidaba una ganadería de mayor calidad, todo lo cual sumaba para otro rublo económico, la venta de cueros, que tenían uso artesanal en el diseño de diferentes elementos. Es hacía principios del siglo XX cuando la ganadería crece de manera importante.
Otro renglón de la economía que se desarrolló en el siglo XIX fue el de las artesanías, que era aledaño a otros sectores, como en el caso antioqueño que se dio al lado de minería, pero también del cultivo del café. Fue así como en 1864 en Medellín fue creada la escuela de artes y oficios, para capacitar a artesanos en el manejo incluso de herramientas importadas, dando gran impulso al sector, que llegaron a fabricar elementos que servirían al desarrollo de otros sectores económicos, tales como despulpadoras, descerezadoras y elementos para la trilla del café y herramientas para hallar el oro. Así al lado de otros sectores económicos, las artesanías alcanza algo de desarrollo.
La economía en sus diferentes formas permitió que el país se fuera consolidando, ya así para 1870 Colombia contaba con 2,9 millones de habitantes. Así no solo lo interno, sino también lo externo tiene una gran influencia en la organización de una economía basada en la agricultura, pero también en la naciente ganadería. La primera a partir del cultivo de tabaco y café, que fueron los principales de exportación, actividad que permitió insertar nuestra economía en la del mundo, aunados estos cultivos por otros de manera irregular, para quedar reducida esa exportación a la del café en el siglo siguiente.
En la clasificación de nuestra economía dentro de la teoría económica, Kalmanovitz sostiene que en el siglo XIX se da un precapitalismo, no puro, sino más bien un hibrido, donde se conjugaban diferentes elementos, empezando por el decaimiento de una forma feudal, aunque había formas de producción servil, lo que sumado empieza a dejar ver la diferenciación entre el campo y la ciudad, y la preponderancia de ésta en el manejo económico. Feudal o no nuestro sistema, lo que si traía implícito en su desarrollo era un alto componente de explotación sobre quienes por pobreza se dedicaban al trabajo agrario, a quienes si bien ya no se trataba como esclavos, si su mano de otra tenía un alto componente de servil.
En últimas el circuito económico se fue complementando de manera, diría, no planificada, sino más bien fruto de empresas personales de personas que tenían medios económicos, unas fallidas y otras exitosas, bajo la metodología del ensayo y el error, que llevo a que unos sectores aparecieran, se consolidaran y desaparecieron, mientras otros pasaron a ser importantes, pudiendo mantenerse, como el del café, la minería que oscilaba, y la ganadería que paulatinamente fue fortaleciéndose, todo bajo un modelo económico cambiante al vaivén de quienes llegaban al poder, modelo económico profundamente desigual, que nunca tuvo como eje central la mejoría colectiva de la vida de quienes vivían en el país, sino que ese sistema sirvió para profundizar las desigualdades, la clasificación de la sociedad, entre quienes tenían y no tenían.
[1] Tascón, Tulio Enrique. Op.Cit. Pág. 100.