En el país de la euforia, casi colectiva.
Por: César A. Luque
29/02/2008
Así calificó el recién liberado por las FARC, Luis Eladio Pérez al asesor presidencial, José Obdulio Gaviria, enfermo mental, después que el “Rasputín” de Palacio calificara a los secuestrados de enfermos terminales, como una forma de justificar por adelantado la muerte de alguno o algunos de ellos, a consecuencia de operaciones militares para liberarlos, donde según estrategas militares la mayoría de las probabilidades se inclinan en contra de quien está secuestrado a la hora de una operación armada para liberarlo, ya que no debemos olvidar sus guardianes, no son de madera, como lo pretende el gobierno, cuando de boca del propio Presidente de la República, serían ubicados y luego se llamarían a instancias internacionales para que a ellas les fueran entregados, como si los guerrilleros no se movieran y no supieran de una parte defenderse, y de otra sacrificar a quienes tienen cautivos.
Y es que no cabe sino en el raciocinio de un enfermo mental, los que parece abundan en nuestro país, pensar que es mejor intentar liberar a los secuestrados por medio de operaciones militares, donde se pone en serio riesgo su vida, que obtener su liberación fruto de una negociación, incluso despejando una parte del territorio nacional, que antes no tenía ninguna importancia para el Gobierno Nacional, ya que ni siquiera Policía había en Florida y Pradera (Valle del Cauca), pero que ahora según los de “inteligencia superior”, es un territorio estratégico, que en caso de serlo, únicamente sería despejado por 45 días, para ser retomado por las FF.MM. y la Policía pasado ese término.
Ahora salió otro funcionario a unirse al Ministro Palmicultor, perdón de Agricultura en su campaña de “No al despeje”, el Gobernador del Valle, el joven, Abadía, aquel contra quien se agruparon todos los miembros de la coalición del gobierno, pero que salió victorioso como una forma de dejar constancia que con dinero todo se puede, incluso el de dudosa procedencia, tal como lo denunciaron varios medios del Valle y el país en la época preelectoral. No se puede olvidar que el principal apoyo al Gobernador se lo dio el Partido Convergencia Ciudadana, el que lideraba hasta hace poco el senador, Luis Alberto Gil Castillo, el que aceptó tener nexos con el paramilitarismo luego de renunciar a su curul, para evitar la Corte Suprema e irse a la Fiscalía General de la Nación, donde nunca se investigaran todas sus conductas poco claras. Quien lo creyera el delincuente elige quien lo ha de juzgar, pero así son las leyes aprobadas por algunos delincuentes que ahora se benefician de ellas y benefician a sus esbirros, los paramilitares, asesinos sádicos, como Salvatore Mancuso, Jorge 40, o mejor el amigo del senador Alvaro Araújo, el gobernador, Hernando Molina, o Hernán Giraldo, el que hace unos días confesó haber ordenado el asesinato de niños, lo que ahora considera una equivocación, pero no un crimen.
Como se puede ver son varios los enemigos del despeje y amigos de la búsqueda de la liberación por operaciones militares. El Ministro, Andrés Felipe Arias quien quería darle Carimagua (17.000 hectáreas) a los ricos, sin importar que estaba adjudicada a los desplazados, el asesor presidencial, el mismo que tiene a dos hermanos en el gobierno después que regresaran de EE.UU. luego de pagar sus condenas por delitos relacionados con el tráfico de drogas, y el que según el “Osito”, Roberto Escobar Gaviria, uno de sus primos, recibía dinero del otro primo, Pablo Escobar Gaviria, Fernando Londoño Hoyos quien ahora se asombra de que se pida un despeje, cuando el primer despeje se dio en la década de 1970 fue para liberar a su padre en el Departamento de Caldas, funcionario que fue destituido por el Procurador General de la Nación, por injuriar y calumniar a un Juez de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Tunja, que en su programa radial “La hora de la verdad” todos los días escupe veneno y ahora el Gobernador del Valle, el hijo del congresista que fue a parar a la cárcel por haber recibido dinero del Cartel de Cali, el de los hermanos Rodríguez Orejuela.
Como se puede ver, no es un grupo muy selecto el que se opone al despeje, pero no se opone al despojo de los más débiles, a las víctimas de los paramilitares, los que tienen tantos socios en la coalición de gobierno, no es sino ver que hasta fue condenado el compadre del Presidente de la República, Miguel de la Espriella, como ya lo fue también su otro compadre, no por paramilitarismo, sino por corrupción en su gobierno, el Superintendente de Notariado y Registro, Cuello Baute que pedía vacas para no investigar a los notarios, los corruptos.
Pero lo peor de todo, es ver que mucha gente buena también pretenda que los secuestrados, esos militares, policías y políticos que estaban al servicio del Estado, y los civiles también secuestrados, sean liberados por operaciones militares, sabiendo que muchos morirían en el intento, mismas buenas personas que hoy son complacientes con los crímenes de los paramilitares, lo que me hace preguntarme, ¿no será que nuestra sociedad toda, salvo contadas excepciones, tiene una enfermedad mental?, creo que el 6 de marzo sabremos cuanto, ya que así como salimos muchos, de diferentes formas, el 4 de febrero, no hay justificación alguna para no marchar y pronunciarse contra los crímenes de los paras, y rendirles un homenaje que el país les debe a esas víctimas y sus familias, lo mismo que a las de los servidores públicos, tipo Cajamarca (Tolima), Mapiripan (Meta), o el genocidio que se dio contra los compañeros de la Unión Patriótica, que creyeron que en Colombia era posible construir una democracia, la que está pendiente.