PORQUE DEBEMOS CONMEMORAR EL 1º DE MAYO. HAGA PRESENCIA

Los trabajadores deberíamos marchar en forma masiva por todo el país, hay suficientes motivos para ello, flexibilización laboral, cooperativas de trabajo asociado, accidentes de trabajo, subempleo, desempleo, y mucho más.

César A. Luque F.

24/04/10

Las luchas de los trabajadores que se hicieron visibles a comienzos del siglo XIX, tuvieron como uno de sus principales pedidos la jornada laboral diaria de ocho horas, ya que por entonces la jornada diaria era de 10, 13, y hasta 16 horas. Fue en la década de 1860 cuando se empezó a pedir esa jornada de manera insistente, hasta que en 1884 se dio la convención de la Federación de Trabajadores de EE.UU. y Canadá donde se pregonó que a partir del 1º de mayo de 1886 esa sería la jornada. Fue la ciudad de Chicago donde más tuvo repercusión esa decisión de la clase trabajadora.

El día señalado, quien lideraba la organización de Caballeros del Trabajo de Chicago, Albert Parsons se puso al frente de una manifestación que congregó unos 80 mil trabajadores, pidiendo ocho horas de trabajo diario. Los días siguientes más trabajadores se unieron a la protesta, afectando a más de mil fábricas, al despertar en sus dueños el temor por una verdadera revolución.

El 3 de mayo el director de un periódico de trabajadores, August Spies se dirigió a varios miles de trabajadores, luego de lo cual se dirigieron a la fábrica de la planta McCormick, donde fueron recibidos por la policía, que abrió fuego matando a un manifestante e hiriendo a varios. Sin claudicar, el 4 los anarquistas, unidos a los trabajadores, hicieron una gran congregación en el mercado de Haymarket, para protestar por el asesinato del día anterior. Spies, Parsons y Samuel Fielden se dirigieron a sus compañeros, cuando la policía que tenía unos 200 miembros, le pedían a la multitud que disolviera la manifestación. En ese momento alguien lanzó una bomba que mató a un policía (Mathias Degan), mientras los demás abrieron fuego hiriendo a muchos trabajadores y matando cuatro más, así como siete policías. Esos hechos servirían para justificar la posterior persecución contra las organizaciones de trabajadores. Las viviendas de varios líderes obreros fueron allanadas.

El 21 de junio de 1886, ocho líderes obreros, Parsons (38 años), Spies (31), Fielden (39), Schwab (33), Adolf Fischer (30), Louise Lingg (22), George Engle (50) y Oscar Nebee (36) fueron acusados de la explosión, siendo sometidos a un juicio, que fue un verdadero sainete, al cabo del cual siete de ellos fueron condenados a morir en la horca y uno a 15 años de prisión. Las pruebas fueron el testimonio de varios mentirosos, todos ex miembros del movimiento obrero, traidores de la causa, Rodolfo Schnaubelt, cuñado de Schwab, William Selinger, Waller y Scharader. Así la justicia fue usada para atacar a los trabajadores, como hoy en nuestro país. El 11 de noviembre fueron ahorcados Parson, Spies, Fischer y Engel, mientras el anarquista Lingg se suicido en prisión. A Fielden, Nebee y Schwab les fue conmutada la pena por la de cadena perpetua. Más de 200.000 trabajadores asistieron al sepelio de los sacrificados líderes obreros. Siete años después el gobernador de Illinois, John Peter Altgeld declaró inocentes a los condenados, liberando a los presos. En el  monumento Haymarket de Chicago están los restos de estos héroes obreros.

En 1889 en el I Congreso de la Segunda Internacional Socialista en París se decidió que el 1º de mayo sería el día para conmemorar la solidaridad que debe existir entre los trabajadores, año a partir del cual la mayoría de los trabajadores del mundo celebran su día. En EE.UU. se reconocería la jornada de trabajo de 8 horas sólo en 1935.

Respecto del juicio, José Marti dijo:

“No se pudo probar que los ocho acusados del asesinato del policía Degan hubieran preparado ni encubierto siquiera una conspiración que rematase con su muerte. Los testigos fueron los policías mismos, y cuatro anarquistas comprados, uno de ellos confeso de perjurio. Lingg mismo, cuyas bombas eran semejantes, como se vio por el casquete, a la de Haymarket, estaba, según el proceso, lejos de la catástrofe. Parsons, contento de su discurso (ya pronunciado), contemplaba la multitud desde un lugar vecino. El perjuro fue quien dijo, y desdijo luego, que vio a Spies encender el fósforo con que se prendió la mecha de la bomba, que Ling «cargó con otro hasta un rincón cercano a la plaza en un baúl de cuero», que la tarde de los seis muertos en McCormik acordaron los anarquistas, a petición de Engel, armarse para resistir nuevos ataques. Que Spies estuvo un instante en el lugar en que se tomó el acuerdo. Que en su despacho había bombas, y en una u otra casa, «Manuales de guerra revolucionaria». Lo que sí se probó con plena prueba fue que, según todos los testigos adversos, el que arrojó la bomba era un desconocido”.

Hoy debemos honrar a quienes dieron la vida por los derechos de los trabajadores, a quienes debemos unir los miles y miles de trabajadores colombianos asesinados a manos de un régimen económico y político que persigue los derechos de quienes crean riqueza, aunque vivan, la mayoría pobres, esos sí héroes, no como aquellos “héroes” de papel, que asesinan colombianos pobres, los que deben ser castigados, si quiere probar que aquí la justicia no es igual a la que condenó a esos 8 líderes obreros que tuvieron la valentía de levantarse y luchar.

Este 1º de mayo, que ni la lluvia, el sol, las diligencias personales, la pereza, ni ser un fin de semana nos sirvan de excusa para no MARCHAR.

NOTA: Ojala la ola verde fuera resultado de una propuesta política seria y no del poder mediático que atrae pero no trae soluciones para la pobreza, el desempleo, el subempleo, la educación sin calidad, la salud descapitalizada, entre muchos otros. Lo claro es que no hará el metro en Bogotá y venderá el 15% de Ecopetrol. Falta ver más.

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