DEUDA EXTERNA. UN TEMA OLVIDADO QUE NOS CARCOME

Un tema que parece desapareció de la discusión política, cuando su manejo tiene un papel protagónico en el desarrollo del país

César A. Luque F.

07/11/09

Hace unos años el tema de la deuda externa ocupaba un sitial importante de la discusión política. Sin embargo, hoy parece haber desaparecido, cuando su manejo constituye la diferencia entre obtener el desarrollo o no de un país que debe, ya que su servicio, es decir, los intereses que se pagan dejan al país sin recursos para invertir en infraestructura, educación, salud, planes de vivienda, acueductos y alcantarillados, saneamiento ambiental, programas del agro, etc.

Hoy el país tiene una deuda externa de más de 47.011 millones de dólares, deuda que agrupa la pública, o sea la de todas las entidades estatales, que deben ser avaladas por el gobierno nacional y la privada, que es la contraída por los particulares. La deuda o préstamos se le deben a entidades como el Banco Mundial al que se le deben más de 11.7 billones de pesos, 3 más que el año pasado y el Banco Interamericano de Desarrollo al que se le deben 10.5 billones de pesos. Hoy la deuda está disparada ya que el gobierno viene haciendo un mal uso de ella, disparando el gasto público en programas como Familias en Acción, por el que asegura el apoyo de los más pobres a cambio de una limosna mensual, programa al que ya pertenecen más de 2 millones de familias pobres, esas que hacen parte de más del 60% de la población nacional pobre, que incluye un 18% de indigentes. El gasto mayor es el militar, el que ya supera a los demás rublos, como la educación, la salud, la cultura, etc.

La deuda externa nació con nuestra República, cuando se obtuvo la independencia de la Corona española en 1819. En 1820 se tramitó el primer préstamo por Francisco Antonio Zea, el que se adquirió dos años después para impulsar la Campaña libertadora. Todavía no se sabe cuanto de los 2 millones de libras esterlinas obtenidas se perdió entre Gran Bretaña y la República de Colombia (Venezuela, Quito y la Nueva Granada). En 1824 se adquirió otro préstamo a los banqueros londinenses alcanzando 4.75 millones de libras, suma usada para estructurar el Estado. Cuando la República de Colombia se disolvió en 1830, la deuda fue dividida entre los tres nuevos países. El 50% se comprometió a pagarlo la Nueva Granada, hoy Colombia, mientras que la otra mitad se la dividieron entre Venezuela el 28% y Ecuador el 22% restante. Ya la deuda era de 9.8 millones, 3.2 millones de intereses no pagados.

Hasta 1845 hubo una moratoria, ya que no había suficientes recursos para cubrir los intereses, año en que el país firmó un acuerdo con los acreedores. En la segunda mitad del siglo XIX la deuda externa aumentó, siempre dependiendo de Gran Bretaña. Parte de los recursos fueron usados para la construcción de la red ferroviaria, esa desaparecida hoy. En 1873 los Estados Unidos de Colombia, como se llamaba nuestro país, debían 6.6 millones de libras, la que subió a 8.6 millones de libras en 1895, periodo en que nuevamente nuestro país entró en moratoria, debido a las guerras, la de 1885, la de 1895 y sobre todo la de los Mil Días (1899 – 1902).

Los préstamos ingleses se extendieron hasta la terminación de la Primera Guerra Mundial, empezando los préstamos de los Estados Unidos en 1938, cuando desde el gobierno del liberal, Olaya Herrera (1930 – 1934) se había adoptado una política estricta de cumplimiento del servicio de la deuda, hasta que en la década de 1990 el mismo llegó al 16% del Producto Interno Bruto (PIB) y en el 2003 el 53%, algo verdaderamente preocupante y que impide cualquier inversión importante en el país.

El crecimiento de la deuda no ha sido resultado del azar, sino de la puesta en práctica de equivocadas políticas públicas monetarias y fiscales, así como económicas en cumplimiento del ideario neoliberal, especialmente desde el gobierno de César Gaviria (1990 – 1994). Resultado de un estudio del DANE hoy se puede predicar que un niño nace debiendo $3.800.000 pesos.

El tema de la deuda externa, y sobre todo su renegociación se debería convertir en un tema de la actual campaña electoral, ya que de su manejo depende el desarrollo del país en las próximas décadas. No podemos seguir sacrificando el desarrollo del país por pagar los intereses a bancos extranjeros e incluso nacionales. Su opulencia no puede estar por encima del bienestar de 45 millones de colombianos.

NOTA 1: Vergüenza que el presidente Uribe intente privatizar las playas, dándolas en concesión, para que sólo alberguen turistas estrato 6, ya que el precio seleccionaría la clientela. De prosperar ese esperpento, los beneficiados serán los dueños de los principales hoteles y el dueño de Aviatur, que ya explota el Tayrona y la Gorgona.

NOTA 2: Por un Nuevo Sindicalismo, fue el nombre de la celebración del 55º aniversario de Sintraempaques, presidido por Germán Restrepo convertido en muñeco de ventrílocuo, para repetir que los sindicalitas y los líderes sociales no son asesinados. En el escenario estaban muy cómodos, el presidente, Uribe, el ex líder sindical, Angelino Garzón, hoy embajador del gobierno en la OIT, donde antes defendió a los trabajadores y el secretario general de la CGT y miembro del Consejo Directivo de CAFAM, Julio Roberto Gómez. El presidente exaltó el contrato sindical como la forma moderna de contratación colectiva, en su proyecto neoliberal. Dijo que ha logrado 154. Dudoso escenario ese para el sindicalista, Julio Roberto Gómez.

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