CARA Y SELLO. 11 DE SEPTIEMBRE CATASTROFE, 14 LECCIÓN

Cuando un país azotó a otro, y una clase trabajadora se levantó. 

César A. Luque F.

10/09/11

La historia tiene como tarea no permitir que se olviden acontecimientos que deben servir como lección a la humanidad. Así, hoy no podemos olvidar, lo que ocurrió el 11 de septiembre de 1973, día en que el general Augusto Pinochet patrocinado por el gobierno de los EE.UU. del republicano Richard Nixon, su Secretario de Estado, el nefasto personaje judío, Henry Kissinger y el director de la CIA, Richard Helms, encabezó el golpe de Estado en Chile contra el gobierno del socialista, elegido por el voto popular, Salvador Allende, implantando una dictadura que duró hasta 1990, sin que el país austral se haya librado del todo de su manto.

El 14 de septiembre de 1977 por el contrario, significa quizá el punto de quiebre en la historia del movimiento sindical colombiano. De ese día se puede decir que hubo un antes y un después. Un antes donde la clase trabajadora no lograba consolidar un movimiento compacto, debido a que constantemente permitía la intromisión de los gobiernos de turno, los intereses empresariales y hasta los de gobiernos y órganos externos en la toma de sus decisiones que le habrían de marcar su destino, y un después ya que fue desde entonces donde se empezó a pensar que se debía adelantar un proceso de unidad, que si bien aún no se logra, se tiene como un destino posible, y desde entonces se han realizado diferentes experimentos en ese sentido, unos afortunados y otros no tanto, y otros hasta han fracasado, pero de ellos algo ha quedado.

El 11 de septiembre de 1973 en Chile se llevó a cabo el golpe de Estado a través del cual ese país fue sumido en una dictadura, la del general Pinochet, respaldado por los gringos a través de la CIA, buscando que no se expandiera por América del Sur el deseo de implantar gobiernos socialistas. Aportaron armas, dinero y hasta mercenarios, todo para sacar a la Unidad Popular del gobierno, al que había llegado por las urnas, y no como se pensaba, que los movimientos socialistas solamente podían llegar al poder por las armas, como en Cuba en 1959. Nixon por el plan Track II ordenó derrocar a Allende, como se probó en el 2009 cuando se desclasificaron varios documentos de la Casa Blanca, donde salió a la luz que además EE.UU. ayudó al dictador del Brasil Emilio Garrastazu Médici, para que influyeran en la situación de Chile.

La intervención en Chile empezó cuando Nixon ordenó “hacer chillar a la economía chilena”. Los bancos congelaran los créditos y la ayuda económica. El BM canceló algunos préstamos. La CIA envió agentes para crear focos de oposición, que logaron organizar una huelga de camioneros, cuando Allende implantaba un gobierno bajo el lema: “vía chilena al socialismo, con sabor a empanadas y vino tinto”. Empezó una reforma agraria, reformó la constitución en 1971. En su contra se desataron atentados con bombas que buscaban desestabilizar el gobierno, todo apoyado por EE.UU., lo que desembocó en el golpe de Estado, momento a partir del cual en Chile se implantó un modelo económico neoliberal, donde todo se privatizó, y que lleva al país, después de dos décadas de que cayera el dictador, a la crisis que hoy ondea.

Durante mucho tiempo los políticos nuestros pusieron a Chile como el ejemplo a seguir, cuando seguían y siguen, los lineamientos de EE.UU., pero ahora empezamos a ver que no había tal, y que el pueblo algún día iba a dejar de aguantar, hoy lo están haciendo, cuando sus jóvenes, trabajadores, sin empleo, sindicalistas, maestros y muchos otros protestan contra el gobierno de derecha del multimillonario, Sebastián Piñera. Entonces como hoy, la prensa, radio y televisión fueron poco a poco moldeando la opinión pública contra el gobierno de Allende, que veía venir el golpe, aún más después que el 27 de julio fuera asesinado su edecán Arturo Araya Peters a manos de un francotirador.

El 14 de septiembre de 1977 en el gobierno de Alfonso López Michelsen se dio el gran paro nacional, después que tres intentos de paro habían fracasado, tal como lo recrea en su libro Huelga, Ricardo Sánchez Ángel, actual Secretario de Educación de Bogotá. El de 1965 en el gobierno de Guillermo León Valencia contra la carestía y la represión laboral; el de 1969 en el gobierno de Carlos Lleras contra el alza del transporte, por mejoras laborales; y el de 1971 en el gobierno de Misael Pastrana contra la perdida del poder adquisitivo del salario.

En el paro del 77 se unieron las cuatro confederaciones existentes, Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC), la Confederación de Trabajadores de Colombia (CGT) y la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC), las que crearon el Consejo Nacional Sindical (CNS) para que lo organizara. El resultado fue apoteósico. De el dijo el presidente de la UTC, Tulio Cuevas: “No fue solo un para sindical, fue un paro cívico, de protesta del pueblo organizado y no organizado, del pueblo liberal, conservador, comunista, socialista, de todos los que sienten que vivimos bajo un régimen que nos tiene sometidos a vejámenes, de gentes sin empleo, de campesinos sin tierra, de hombres sin educación, sin universidad, con salarios de hambre”. Gustavo Díaz presidente de la CTC dijo: “Es que habían intereses comunes entre las amas de casa y los obreros… El paro fue laboral y cívico”. Víctor Baena presidente de la CGT dijo: “El paro cívico nacional no fue obra solo de uno u otro sector, yo creo que nadie puede reivindicar para sí solo la autoría de esta gesta”. Pastor Pérez presidente de la CSTC dijo: “El paro cívico estrechó más los nexos de la clase y comprobó que los trabajadores de diferentes afiliaciones sindicales pueden luchar juntos, sin prevenciones. Sus realizaciones ahora siguen siendo las de la clase obrera. Han comenzado a entender que son una sola clase social, explotada, oprimida por el sistema, que es su enemigo, y que las diferencias de afiliación no son lo más importante”.  

En ese paro participaron profesores, estudiantes, servidores públicos, comerciantes, transportadores, grupos políticos agrupados en el Frente de Unidad del Pueblo (FUB) que paralizando al país. Los ausentes fueron algunos trabajadores de las fábricas. En el siguiente gobierno el movimiento sindical recibió embates, fruto de los cuales y de un pensamiento incluyente se dio la creación en 1986 de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que agrupo sindicatos que venían de otras confederaciones, pero además aquellos que no estaban confederados, empezando por FECODE. Ese proceso incluyente está próximo a cumplir 25 años, invitando a continuar la tarea de clase trabajadora, que desde principios del siglo XX ha luchado de manera permanente por que en Colombia haya condiciones dignas y justas de trabajo, más ahora que el modelo neoliberal ha sido agudizado por el gobierno actual, que entrega nuestro país a los intereses extranjeros, empezando por nuestro recursos naturales, oro, petróleo, sumiendo al país en la pobreza, rodeados de riqueza.

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