Cientos de maestros caminaron 1.600 kms pidiendo educación para el pueblo
César A. Luque F.
24/09/11
Ahora que el país fue testigo del sainete Garzón – Santos, donde el primero cumple su papel de ponerse al lado supuestamente de los pobres, para lo que lo llevó Uribe a la formula con su exministro de defensa, se hace necesario resaltar la acción, esa sí, decidida, comprometida, sin asomo de traición, de los maestros del departamento del Magdalena que el 24 de septiembre de 1966 emprendieron la marcha del hambre hasta Bogotá, protestando por las precarias condiciones en que ellos, como los demás maestros colombianos, cumplían su importante labor. Su ejemplo si brilla, no como el de Garzón, que no es más que un bufón que sirve para ocultar que en Colombia hay 18.5% de colombianos en la indigencia, 48% en la pobreza, mientras nuestros recursos, especialmente oro y petróleo le son entregados de manera desvergonzada a multinacionales canadienses, estadounidenses y sudafricanas, y se intenta imponer Tratados de Libre Comercio con EE.UU., Europa, Corea del Sur, Turquía y muchos más, agrediendo amplios sectores de la economía nacional, pero sobre todo a los trabajadores que derivan de ellos su sustento. Eso hace más grave la conducta de Garzón y sus amigotes, incluso sindicalistas.
En ese contexto es que debemos echar mano de la historia, para hallar el ejemplo que nos dejaron esos maestros, que hace 45 años iniciaron su caminata en Santa Marta, hermosa ciudad, hoy de capa caída a consecuencia de la contaminación con el carbón que regalamos y sacan por allí para que países del primer mundo dejen el suyo sin explotarlo para no contaminar sus territorios. El 24 de septiembre de 1966 unos 400 maestros iniciaron los 1.600 kms que separan a la ex bahía más hermosa de América de Bogotá, incluso contra las directrices dadas por Fecode entonces, que había terminado a nivel nacional un paro en abril de ese año, teniendo que superar innumerables vicisitudes. A las 7:45 a.m. salieron, llegando a las 2:00 p.m. a Ciénaga, escenario de luchas, ya que fue allí donde se dio la masacre de las bananeras el 6 de diciembre de 1928 a manos del Ejército comandado por el ebrio general Carlos Cortés Vargas, cumpliendo ordenes de la United Fruit Company, la hoy Chiquita Brands, empresa asesina de trabajadores en el Urabá.
A lo largo del camino recibieron apoyos, uniéndose a la marcha varios maestros. En San Alberto (Cesar) la Policía ordenó no brindarles ninguna solidaridad. Allí se les unió un perro pequines que llegó hasta Bogotá, al que llamaron Solidario. El 1º de octubre descansaron en Bucaramanga, donde los intentaron persuadir de que no continuaran. Pasaron a Barbosa y Moniquirá el 13 de octubre, donde campesinos les dieron de beber y comer. La marcha la continuaron contra la corrupción del departamento del Magdalena, que había impedido que les pagaran sus salarios durante varios meses. Las mayores muestras de solidaridad las recibieron en Santander y Tunja, donde se hizo más fuerte el deseo de dignificar la educación para el pueblo colombiano.
El 21 de octubre llegaron a Bogotá, siendo recibidos por el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo en el Palacio de San Carlos. En esa reunión se acordó crear los Fondos Educativos Regionales; idear un Plan de Emergencia Educativa, que sirvió para triplicar la capacidad de los colegios públicos; crear los INEM; profesionalizar la educación; estabilidad laboral para los maestros; unificación del escalafón y los salarios, y crear el Estatuto Docente que luego se desarrolló, ese que en el 2002 en el gobierno de Uribe Vélez recibió un duro golpe a través del nefasto decreto 1278, creando maestros de segunda.
Así un puñado de maestros, comprometidos con la educación, despertaron al país, el que los apoyó cuando estaban a punto de conseguir las conquistas, que desde hace unos años los maestros y sobre todo la educación vienen perdiendo, para desgracia de las nuevas generaciones, esas condenadas hoy a la ignorancia en materias tan importantes como historia, para que no sepan de donde venimos, ni para donde vamos, así como la geografía, indispensable para conocer las grandes riquezas de que somos dueños los colombianos.
Esa emblemática marcha tuvo como uno de sus organizadores a Rafael Hernández, autor de la obra La Marcha del Hambre en el 2002, quien el 24 de marzo de 1959 estuvo entre los fundadores de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), figura que es resaltada en el Museo Etnográfico de la Universidad del Magdalena en Santa Marta, aún muy pobre, pero digno, que sin importar las pocas visitas, entre las que me encuentro cada vez que tengo la oportunidad de ir a Santa Marta, no deja de ser lo importante que es.
Sea esta la oportunidad para resaltar a algunos de los maestros que hicieron ese duro recorrido, empezando por el presidente de Fecode, Adalberto Carvajal, Miguel Antonio Caro, Gloria Campo, Dominga Peralta, Gelsomina Santander, Pablo Granados, Leda Fandiño de Polo, Nicolás Lavalle, Donaldo Silvera, Carmen Pinedo, Rosa Julio de Cueto, Nidia Fernández, Eloisa Núñez, Alfonso Avendaño Olivares presidente de la ACEB, y muchos más.
También quiero resaltar a quien en otra parte del continente, Brasil, luchó por la educación, el maestro Paulo Freire, educador y teórico que conoció la pobreza y el hambre, lo que le permitió impulsar la educación popular, esa que solamente requiere de quien enseña y quien recibe la enseñanza, proceso en el que ambos aprenden, no para guardar sus conocimientos hasta que los olviden, sino para usarlos en la transformación de la realidad, siendo un duro opositor de la educación bancaria, donde el educando es considerado un recipiente para llenar de datos, para que un tiempo después los saque. El creía que la educación era para enseñar a pensar, para liberarnos, par destruir la afirmación de que la cultura es solo para la burguesía. Todos sabemos algo, todos ignoramos algo, por lo que siempre estamos aprendiendo.
Conciente de que la educación nos libera, les cuento que con una compañera sindicalista española Maritza Hervias, empezamos a construir un proyecto de educación popular, donde pretendemos hacer esa doble función, enseñar y aprender sobre historia de Colombia e Historia sindical. Si les interesa los invito a escribir a escuelapopularjmcarbonell@gmail.com desde donde empezaremos a trabajar en octubre, y espero que me inviten a participar en otros proyectos de educación para transformar nuestra dura realidad.
Nota: Como militante y miembro del Comité Ejecutivo Distrital de Bogotá del PDA me parece oportunista y mezquina la decisión de la Comisión Nacional de Ética y Garantías de excluir a Samuel Moreno del partido, el mismo día en que le estaban adelantando la audiencia de imputación de cargos, después que durante casi cuatro años no se tomara una decisión al respecto, suena a lavarse las manos, más cuando las razones esgrimidas es que incumplió el programa de gobierno. O fue que se probó algo, no parece que eso haya ocurrido, ¿entonces? ¡Al caído caerle! cesarluque@yahoo.com