Problemas sociales que no dan votos, pero solucionarlos se hace indispensable
César A. Luque F.
09/07/11
La sociedad colombiana viene sufriendo un grave problema social, el embarazo y la maternidad entre adolescentes, es decir, de personas que están en una edad entre la niñez y la adultez (10 – 19 años). Hoy es un problema de salud pública, en el que se pone en peligro la salud de la madre adolescente, la del feto y la del recién nacido. Cuando se da la noticia del embarazo de una menor, de menos edad cada vez, se prenden las alarmas, esas que se apagan pocos días después, hasta que se presente el siguiente caso, más escandaloso.
En Colombia dos de cada diez jóvenes queda embarazada. El 21% de ellas están embarazadas, de acuerdo al estudio de Promafilia y el Fondo de Personas de la ONU, estudio en que se estableció que el uso de anticonceptivos entre los jóvenes es precario. En el Magdalena Medio la situación es la más preocupante. Allí casi una cuarta parte de las adolescentes son madres o están en estado de embarazo.
Hoy un embarazo en una adolescente significa un alto riesgo, por la inmadurez corporal de la madre, más problemas de hipertensión, alteraciones nutricionales, anemia, infección urinaria, prematurez, parto obstruido, mayor índice de cesáreas y diabetes, mientras en el plano psicológico el problema puede ser mayor.
El embarazo en adolescentes tienen varias causas, entre ellas que la madre adolescente pertenezca a una familia con madre cabeza de familia, que tiene que dedicarse a buscar el alimento, relegando su labor de madre, debiendo a veces los hijos ocuparse de las labores del hogar. Otro factor que contribuye al embarazo a temprana edad, es la falta de respeto por la mujer, como en Colombia, donde la mujer tiene menos acceso a la educación, siendo la maternidad muchas veces la forma de alcanzar un lugar en la sociedad.
En este tema se ha probado que existe reincidencia generacional, que implica que la madre adolescente de hoy, posiblemente sea la causa en el futuro de que su hija también lo sea. El embarazo entre jóvenes se da en todas las capas sociales, por falta muchas veces, de información sobre los métodos anticonceptivos. Son los países pobres donde más embarazos se dan entre adolescentes, siendo este otro factor que impulsa la pobreza. Es un círculo.
La iniciación temprana de las relaciones sexuales ha disparado el índice de maternidad adolescente, sobre todo en familias donde no hay autoridad moral, o es débil o está mal definida. La ausencia de la figura paterna influye de manera determinante, pudiendo predicar, que es mejor un mal padre, que no tenerlo.
En un mundo totalmente erotizado, con una seudovaloración sexual, una mujer joven, carente de afecto, sin educación fácilmente llega al embarazo. Es triste, pero muchas jóvenes se sienten valoradas cuando se les requiere sexualmente. Entregan su cuerpo a cambio de algo de cariño, ese que no reciben en casa.
Desde lo científico, la llegada más temprana de la menarquia (primera menstruación), apenas a los 12 años o antes hace a las jóvenes “aptas” para embarazarse, sin tener conocimiento sobre la sexualidad y los métodos de planificación. Además están expuestas a una gran influencia de los medios de comunicación (televisión, cine, radio, revistas, periódicos y ahora internet), donde los estímulos sexuales son permanentes, mostrando las relaciones sexuales como un placer, sin compromiso afectivo alguno.
Siendo la adolescencia un periodo donde los jóvenes se ven enfrentados a cambios, no solo físicos, sino psicológicos, requieren tener una guía a la mano, bien sea de sus padres, o de sus maestros, ya que muchas veces ven la práctica de relaciones sexuales como la forma de rechazar la autoridad, a veces, con resultados funestos para su futuro.
El gerente de evaluación e investigación de Profamilia, Gabriel Ojeda sobre el tema ha dicho: «Es necesario que se desarrolle una evaluación muy puntual sobre la cátedra de educación sexual y el impacto que esta ha producido en el desarrollo de la juventud«, después que se hubiera establecido que en el país no existen programas especiales para la salud sexual y reproductiva de los adolescentes, llegando las que se embarazan a retrasarse 4 años en su vida escolar, teniendo menos posibilidades de casarse, llegando en la edad adulta a tener uniones inestables. Además las madres adolescentes tienen hoy un promedio de 2 hijos más que el promedio nacional, que está en 2.2 hijos.
Los expertos opinan que cualquiera que quiera tener un hijo debería evaluar las siguientes condiciones: i) capacidad física y salud de la mujer, ii) capacidad emocional para enfrentar el embarazo, iii) madurez para adaptarse a la maternidad y la paternidad, para compartir las responsabilidades, iv) disponibilidad de tiempo y atención para el hijo y vi) condiciones económicas suficientes para asumir las obligaciones que representa mantener a un hijo hasta que sea mayor.
Profamilia, principal centro de planificación familiar del país, al recomendar a los adolescentes evitar el embarazo, les pide tener en cuenta que: i) la maternidad no es el ideal de todas las mujeres, ii) no es cierto que días antes y después de la menstruación las mujeres no quedan embarazadas, iii) no es cierto que sacar el pene de la vagina y eyacular por fuera evita el embarazo, iv) no es cierto que tomar bebidas de hierbas, licores u otros líquidos sea un método anticonceptivo, v) no es cierto que existan inyecciones o píldoras anticonceptivas para hombres, vi) no es cierto que cada niño llega con su pan debajo del brazo, vii) no es cierto que los métodos anticonceptivos produzcan cáncer o esterilidad, vii) no es cierto que en la primera relación sexual la mujer no pueda quedar embarazada, ni tiene riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual o VIH/SIDA, ix) no es cierto que el condón se deba poner sólo al momento de la eyaculación, x) no es cierto que un hijo a temprana edad brinde autonomía e independencia a los jóvenes, xi) no es cierto que la relación con los hijos va a ser mejor si los padres son jóvenes y xii) no es cierto, que donde comen dos comen tres.
A los jóvenes se les debe hacer hincapié en que ellos tienen el derecho a decidir si tiene o no hijos, y si los desean, cuando tenerlos. La paternidad y la maternidad deben ser una opción conciente, no una imposición, ni un accidente, siendo que la planificación es una decisión libre y personal, pero además un derecho sexual y reproductivo de fácil acceso, en el que deben participar los miembros de la pareja, no únicamente la mujer, como en antaño se decía.
Profamilia creo el Programa de Atención a Padres y Madres Adolescentes (PAMA), que ofrece atención a adolescentes embarazadas o lactantes, parejas y sus familias, en componentes médico, psicológico, socio – familiar y educativo. (Profamilia tiene www.profamilia.org.co, y línea nacional gratuita 01 8000 110 900)
Se puede concluir que los padres de un adolescente que prefieren mirar para otro lado, pronto serán abuelos, siendo que las más de 200.000 madres jóvenes es el resultado de la “educación” que le han dado los adultos, padres y profesores. Los primeros considerando que es el colegio donde deben educar a sus hijos. ¿Será que ellos aprendieron todo sobre sexualidad en el colegio? La respuesta parece ser no, entonces porque no asumen su papel orientador, si no quieren ponerse a criar sus nietos, ya que no supieron criar a sus hijos.
Frente a este gran problema, instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) se han quedado cortas, asumiendo un papel burocrático, pero no el que les corresponde, defender a los niños, que no se defienden como lo hace la populista senadora Gilma Jiménez, sino planteando soluciones reales a su problemática, que no es tampoco metiéndolos a la cárcel para que respondan por lo que la sociedad ha hecho con ellos. Se les puede exigir cuando la sociedad les brinde una adecuada educación, un modo de vida digno y les garantice oportunidades, no antes. Lo demás es buscar la calentura en las sabanas.