“Seguridad alimentaria se da cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” Cumbre Mundial sobre alimentación 1996.
César A. Luque F.
18/10/09
Nuestro país es paradójico. Tiene más de 8 millones (18%) de personas en la indigencia[1], y 20 millones de pobres[2] (46%) en el campo 65% y en las ciudades 39%, rodeados de riqueza, sin que la sociedad se estremezca por estas cifras. Cuando se posesionó en el 2002 el presidente Uribe Vélez el país importaba 4 millones de toneladas de alimentos, existiendo las condiciones para producirlos en el país, salvo contadas excepciones, y hoy importamos, 9.5 millones de toneladas de alimentos, pasando a depender aún más de otros países, pero peor aún, de algunas multinacionales que se benefician con nuestra dependencia, la que se da por el arrasamiento del agro colombiano, política que realmente configura un ataque contra nuestra nacionalidad, ya que un país que depende de otro para alimentarse es muy vulnerable.
Los Estados Unidos, tan admirados por algunos, tienen la seguridad alimentaria dentro de la política de seguridad nacional. Eso significa que consideran que deben producir sus alimentos para no depender de otros, lo que los haría vulnerables en una guerra. Por eso solo importan productos suntuarios, como flores, frutas exóticas, pero no alimentos de primera necesidad, ellos los producen. En cambio en nuestro país no existen políticas de seguridad alimentaria, aunque si una política armamentística que eufemísticamente se llama seguridad democrática, la que no tiene un componente de alimentos para los colombianos.
Colombia tiene 1’141.748 kilómetros, territorio del cual 22 millones de hectáreas (19.1%) son aptas para la agricultura, de las que apenas se explotan 4.2 millones (3.6%), es decir, se da una subutilización de la tierra, esa que en 5 millones (4.3%) los paramilitares con miembros del Estado le han quitado a 3 millones de desplazados, mientras que para la ganadería se tienen 14.3 millones de hectáreas (12.5) para desarrollarla, pero realmente ella ocupa 39 millones de hectáreas (33.9), dándose una sobreutilización. Esa radiografía nos da una causa de la escasez de alimentos, excepto la carne, excedentes que son exportados a Venezuela, país que cerró las importaciones, lo que ha obligado a los grandes ganaderos a pensar en bajar el precio de la carne, lo que todavía no han hecho. ¿Será que harán lo mismo que hicieron para mantener el precio de la leche? Votarla antes que compartirla con los pobres. Fedegan tiene la palabra.
La seguridad alimentaria implica disponibilidad de alimentos, que sean de calidad; así como la posibilidad de que todos los habitantes de un país puedan adquirir alimentos apropiados para lograr una nutrición adecuada; acceso al agua potable, a la sanidad y la atención médica; la estabilidad que significa tener acceso a alimentos en todo momento, sin que exista riesgo de quedarse sin ellos a consecuencia de crisis repentinas.
Hoy gran parte de la población colombiana no tiene asegurada su alimentación, hecho que no hace parte de las políticas públicas nacionales, por el contrario se vienen asestando golpes al tema de la producción de alimentos, cuando desde el Gobierno Nacional se viene apoyando el cultivo de palma, caña de azúcar, remolacha y otros alimentos para producir biocombustible, es decir, se viene dejando de estimular la producción de alimentos para los colombianos para aumentar la producción de productos para “alimentar carros”. Un hecho evidencia ese cambio de perspectiva, se ha venido dejando de cultivar caña para la producción de azúcar para usar gran parte de su producción al biocombustible, lo que ha incrementado de manera importante el precio del azúcar, alimento indispensable en la mesa de los colombianos. Así los Ingenios hacen un mejor negocio, ya que venden su producción a un mayor precio, pero el pueblo colombiano sufre las consecuencias.
El desarrollo del programa Agro Ingreso Seguro (Agro Robo Seguro) es otra muestra del desprecio del Gobierno Nacional por la producción de alimentos, donde se le regalan grandes sumas de dinero a familias adineradas para que impulsen programas para el desarrollo de grandes cultivos de palma, cultivos que no producen ni empleo, pero además usan grandes extensiones de tierra que deberían albergar cultivos de alimentos, esos que escasean y por tanto tienen altos precios, lo que obliga a su importación.
Otro factor que atenta contra la seguridad alimentaria es el monopolio que se ha venido dando en la distribución de los alimentos, que hace que sean cada día más caros. Grandes extensiones de supermercados vienen asumiendo la venta del mayor porcentaje de los alimentos que consumen los colombianos. Esa distribución se centra en dos grandes almacenes, Carrefour y el Éxito, este último que ha venido adquiriendo otros almacenes como el Ley, Carulla, Pomona, y ahora Cafam, patrimonio de los trabajadores que pasara a servirle a estos inversionistas extranjeros, sin que ese hecho haya significado ningún pronunciamiento importante de los sectores interesados, organizaciones sociales y de trabajadores. Estas grandes superficies que son el símbolo de la explotación del siglo XXI. Allí se explota por parejo a trabajadores y aún proveedores. En esos pomposos almacenes los empacadores no reciben sueldo, ya que su sueldo es el que recolectan con las “limosnas” que obtienen de los clientes. El almacén no les paga, teniendo para eludir sus obligaciones laborales como mampara las Cooperativas de Trabajo Asociado, forma miserable de esclavitud moderna.
A los grandes almacenes es a donde va gran parte de la población de colombianos a gastar sus pocos recursos, dejando de comprar en supermercados pequeños, donde dan trabajo y si pagan salario, y tiendas de barrio, verdaderos músculos sociales contra el hambre, que son desdeñadas por muchos, pero que siguen siendo una solución, quizá una de las más claras, sobre todo para los colombianos de escasos recursos, esos que somos la mayoría.
Cada día se hace indispensable honrar nuestra vocación agrícola para asegurar los alimentos de los colombianos a un precio justo, pero eso solo se lograra cuando se adelanten políticas públicas que permitan rescatar el agro, las líneas de distribución que permitan llegar a todos los rincones del país, y que incluyan respeto en su condición de trabajadores a quienes participan en esa cadena, el campesino que produce, y los trabajadores que los transportan y distribuyen. Desde asociaciones de productores, de habitantes de barrio, de amigos, de asociaciones sociales, sindicales, y hasta sectores políticos comprometidos lo pueden lograr. En un país rico en recursos como el nuestro, no se justifica que haya un solo colombiano que no pueda alimentarse. Eso debería ser motivo de vergüenza nacional, la que se hace palpable cuando un ser humano tiene que mendigar un mendrugo para saciar su hambre.
Chocó. Departamento rico, lleno de miseria
[1] Para el Departamento Nacional de Planeación un hogar indigente (4 integrantes promedio) es el que en conjunto no percibe más de 400 mil pesos mensuales. Individualmente es considerado indigente el que no gana un dólar con 80 centavos diarios, o lo que es lo mismo, 3.600 pesos o mensualmente 108.000 pesos.
[2] Para el Departamento Nacional de Planeación un hogar es pobre cuando en conjunto sus integrantes (4 integrantes promedio) no tienen un ingreso de un millón de pesos mensuales. Individualmente pobre es la persona que al día no alcanza a ganar tres dólares y 30 centavos, o lo que es lo mismo, unos 6.600 pesos diarios, o 200.000 pesos mensuales.